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Dos culebrones se eternizan en la televisión británica

Isabel Ferrer

Mientras en España empieza a llamar la atención la incipiente longevidad de series diarias como El súper (con más de 600 episodios en la parrilla de Tele 5), esta omnipresencia en pantalla no es nada en comparación con las telenovelas británicas EastEnders y Coronation Street, que llevan hasta cuatro décadas eternizándose en antena sin aparente cansancio de los espectadores. Además, estos culebrones de audiencias millonarias han lanzado a la fama a sus protagonistas. Tras 39 años en antena y 18 millones de espectadores por episodio, Coronation Street, el culebrón más veterano de la televisión británica, ha logrado encumbrar a sus protagonistas. Aparecen en otros programas, presentan sus propias tertulias y hasta son llamados al teatro, el medio más respetado para cualquier intérprete británico que se precie. Dos nombres famosos, y a la vez efímeros, de esta telenovela emitida por la cadena comercial ITV han hecho también carrera en el cine. Ben Kingsley, ganador de un oscar por su caracterización de Ghandi en la película del mismo nombre dirigida por Richard Attenborough, pasó por Coronation Street en 1966. Joanna Lumley, la última cara de la teleserie Los vengadores, sólo necesitó algunas semanas en 1973 para ganarse al público. "Su papel duró poco, pero era muy intenso, y eso se recuerda", según Daran Little, auténtico erudito del programa y uno de sus responsables. En su opinión, el estigma que parecía pesar sobre los actores de culebrones es en el panorama televisivo británico una cosa del pasado. "Son tan conocidos que reciben ofertas de productores en busca de buenos índices de audiencia", afirma el responsable de la serie. De todos modos, Little atribuye la larga duración de Coronation Street al propio enfoque de la telenovela. Sus 45 personajes comparten la calle del mismo nombre en una población del norte de Inglaterra sin hacerse sombra. El telespectador consigue así identificarse con unos vecinos que trabajan, tienen deudas, amoríos e incluso tropiezos con la justicia, "sin necesidad de cambiarse de traje en cada escena, como sucedía en Dallas o Dinastía", afirma Little. Sin olvidar el humor, o mejor, un cierto toque de comedia que la diferencia de su principal rival, EastEnders, brindada por la BBC. Emitida por vez primera en 1985, esta última suma 14,5 millones de telespectadores por episodio (hay tres a la semana), mientras que Coronation Street presenta cuatro capítulos semanales. Los 43 actores de EastEnders se reúnen en torno a Albert Square, una plaza imaginaria abierta al este de Londres. Mucho más dramática que su oponente, el tono coral de los guiones permite asimismo que todos los intérpretes se hayan convertido en rostros familiares en el Reino Unido. Una de las artistas, Bárbara Windsor, veterana del cine nacional, disfruta de una segunda juventud dentro y fuera del barrio ficticio. Ha grabado un disco y le hacen innumerables entrevistas en todos los medios de comunicación. Aprendizaje verbal En la Universidad británica de Bradford, las aventuras de los 88 personajes de ambas series son observadas desde otro ángulo. Su lenguaje popular y expresiones cotidianas "constituyen una buena fuente de aprendizaje verbal para una audiencia que comenta los episodios con regularidad", en palabras de la lingüista Ulrike Meinhof. Sus equivalentes de Estados Unidos, por ejemplo Baywatch, algo menos realista, no le merecen la misma opinión.

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