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Una leyenda fraguada en el cemento

Tras la muerte de su padre, cuando sólo contaba con 18 años, António Champalimaud heredó una pequeña cementera y unos arenales yermos situados al norte de Lisboa. Al cabo de unos 20 años, había levantado un enorme imperio y se había convertido en el hombre más rico de Portugal. Amasó su fortuna durante la dictadura salazarista y sus empresas fueron nacionalizadas en la revolución de los claveles (1974-1975), etapa durante la que emigró a Brasil. Veinticinco años después de su huida, el industrial y banquero Champalimaud, de 80 años de edad, ha conseguido reconstruir un nuevo imperio, es dueño del segundo grupo financiero privado y, de nuevo, se ha convertido en la primera fortuna de Portugal, con un patrimonio de unos 180.000 millones de pesetas.Champalimaud se resistía a creer que los militares del Veinticinco de Abril y, en especial, su amigo, el general Spínola, le arrebataran sus empresas. Pero el genio de las finanzas, uno de los pocos empresarios que era capaz de enfrentarse al dictador Salazar, se equivocó y sus bienes fueron nacionalizados el 22 de abril de 1975. El decreto le pilló en París y le evitó, tal vez por casualidad, el trance de la cárcel. Se refugió en Brasil y, desde allí, con una cementera, tal y como había empezado, reconstruyó su imperio.

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Durante estos años, "el rey del cemento", como se le conocía en Lisboa, nunca dudó en regresar. Creó en el Estado de Belo Horizonte la cementera Soiecom, hoy día con el mayor horno del mundo (una producción de 2,5 millones de toneladas al año) y fundó tres grandes explotaciones agrícolas y ganaderas.

Al iniciarse el proceso de privatizaciones decidido en 1987 por el entonces primer ministro, Aníbal Cavaco Silva, el empresario se planteó su regreso pero sus diferencias con los ministros del Gobierno conservador retrasaron su llegada hasta 1992. Tuvo trato de favor en la privatización de empresas y, en menos de cinco años, recuperó la aseguradora Mundial Confiança y conquistó el control de cuatro grandes bancos: Totta & Açores; Crédito Predial Portugués; Pinto & Sotto Mayor y Chemical Portugal. Asimismo, no ha descartado sus intenciones de entrar en la cementera Cimpor, la siderurgia nacional y las papeleras.

Tras recuperar la aseguradora y comprar el Sotto Mayor, se hizo por sorpresa con el 50% del Totta & Açores, entonces en manos del Banesto de Mario Conde, cuya entrada en Portugal no había sido muy bien vista por el Gobierno de Cavaco. El Totta y su filial hipotecaria, el Predial, fueron vendidos por unos 127.000 millones de pesetas a pagar en siete plazos. La deuda fue liquidada antes de que vencieran para evitar pagar una abultada suma de intereses.

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