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Greenpeace participa en un taller sobre arquitectura sostenible y cuestiona el ejemplo de la Villa Olímpica

Anatxu Zabalbeascoa

"Existe una inversión recurrente de dinero público que va a parar al mar. Recuperar un kilómetro de playa cuesta 165 millones de pesetas. Para que en ese kilómetro se sedimente y no sufra una regresión en la que termine por ser engullida por las aguas, la playa no puede construirse junto a puertos ni espigones. Recuperar una playa para construir un dique a menos de cinco millas de distancia es hacer política, no cuidar el paisaje". Habla Helena Fusté, presidenta de Greenpeace España. La Universidad Internacional de Cataluña, con sede en Barcelona, la ha invitado, junto al diseñador escocés Duncan Lewis, para que ambos cuestionen la ciudad del futuro en un taller en el que participan todos los alumnos de su Escuela de Arquitectura. Durante una semana, Fusté ha trabajado con los estudiantes para elaborar un diagnóstico sobre el proyecto que, en el 2004, se planea levantar en la desembocadura del Besòs. "Se trata de analizar los aspectos positivos y negativos del plan que se quiere desarrollar. Una vez obtenidas unas conclusiones, los alumnos readaptarán el programa reduciendo los impactos en el medio ambiente". A juicio de Fusté, la Villa Olímpica, que se finalizó en 1992, partía de una intención ecológica, la de reutilizar terrenos degradados, "pero se limitaron a las buenas intenciones". "En 1992 existían tecnologías sostenibles que no fueron aplicadas para construir la Villa Olímpica", añade. La presidenta de Greenpeace asegura que la tecnología necesaria para construir un edificio sostenible no es cara. "Es amortizable, y hoy en día el precio de algunas, como la energía fotovoltaica, ha caído en picado". El plan para el área del Besòs cuenta con una zona de nueva vivienda que ha sido definida como ciudad sostenible sin especificar lo que esto comporta. Para Greenpeace, un barrio es sostenible dependiendo de una suma de factores que van desde el material con que esté construido hasta el tipo de energía que emplea, pasando por el sistema de recogida de basuras o el diseño del transporte. Fusté lamenta que para el proyecto de la desembocadura del Besòs que Barcelona está preparando para el 2004 "se haya organizado el territorio de forma anacrónica, atendiendo a una manera puramente especulativa de aprovechamiento del suelo". Y añade que es absurdo plantear una zona de baños junto al río Besòs cuando éste sufre una contaminación cercana a la de las cloacas de la ciudad. "El litoral catalán sufre una continua regresión. La gestión de este espacio costero, que es el mayor productor de beneficios de nuestra economía, es errónea. Es indispensable que el proyecto para la desembocadura del Besòs deje la línea de costa libre para que el terreno sufra las fluctuaciones naturales que lo mantienen". El arquitecto Manuel Gausa, responsable académico del programa, comentó que el urbanismo sostenible exige una interacción entre varias disciplinas que a la generación anterior de arquitectos le cuesta comprender. "La nueva sociedad reclama un contacto con la naturaleza que los arquitectos deben considerar", afirma. La vegetación y el agua completan muchos de los edificios que el diseñador Dundan Lewis ha construido en Francia. Lewis hizo un llamamiento para cambiar la visión de los arquitectos. "Para retomar el contacto con su propia humanidad, el hombre deberá regresar a la naturaleza, y ese retorno puede hacerse reconsiderando los materiales empleados en la construcción y la forma de entender el paisaje", dijo.

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