La fiscalía pide el secreto de sumario para los demás crímenes de Vitoria
La fiscalía de Vitoria solicitó ayer la reapertura de las diligencias relativas al asesinato de la profesora de inglés Esther Areitio y del cordelero Acacio Pereira a raíz de los datos e informaciones surgidas en los últimos días. Según la Erzaintza, existe la "convicción plena" de que Juan Luis Larrañaga, el presunto asesino de la abogada Begoña Rubio y del empresario de máquinas tragaperras Agustín Ruiz, tiene vinculación directa con los asesinatos sin resolver que cronológicamente se produjeron primero en la capital del País Vasco. Los sumarios por esos dos primeros crímenes fueron archivados provisionalmente al no darse con el autor material de los hechos. Sin embargo, la detención de Larrañaga y los registros efectuados en el domicilio de su novia en Madrid y en las pensiones de Vitoria en las que se hospedaba han establecido nuevas relaciones y líneas de investigación. "A la vista de los datos e informaciones surgidas en los últimos días acerca de las muertes violentas sucedidas en Vitoria en los últimos meses, la fiscalía ha solicitado de los órganos judiciales la reapertura de las diligencias relativas a la muerte de Esther Areitio y Acacio Pereira, a la vez que ha solicitado se decrete el secreto sumarial en dichas actuaciones", explicó ayer en un comunicado el fiscal jefe, Alfonso Aya. Sin pruebas Aunque de momento la policía no dispone de pruebas definitivas para inculparle en esos dos crímenes, existen numerosos lazos y conexiones entre el detenido y las dos primeras víctimas, precisamente con las que presuntamente empleó más tiempo en torturarles para sacarles información sobre sus cuentas bancarias y tarjetas de crédito. Fueron los crímenes más minuciosos, en los que se dejaron menos huellas. El asesino utilizó guantes de látex con Esther Areitio y con la abogada Begoña Rubio. También usó un cuchillo similar en estos dos crímenes y en el del cordelero. Larrañaga compró dos cuchillos de monte de grandes dimensiones unos 20 días antes del asesinato de la abogada, en una céntrica tienda de Vitoria. Un cuchillo similar fue descubierto escondido sobre el depósito de agua del baño de Esther Areitio, la mujer hallada descuartizada en seis bolsas de basura. En la escena del crimen se encontraron escasos restos biológicos del asesino. Después de matar y cortar en trozos a la víctima, limpió con esmero la casa. La policía llegó a remitir a Toxicología, para su análisis, algunos pelos encontrados allí, aunque sin la certeza de que pertenecieran a la persona que penetró en su casa sin forzar la puerta, posiblemente porque la conocía, y luego la asesinó. Una persona diferente a Larrañaga fue filmada por las cámatras de un banco, horas después del crimen, sacando dinero con las tarjetas de crédito de Esther Areitio, aunque fuentes policiales creen que no se trata del cómplice de quien la asesinó.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.