_
_
_
_

Una "escoleta" mayor de edad

Los primeros niños que jugaron a hacer burbujas en la escoleta, los primeros que escucharon boquiabiertos las aventuras del Pirata Patachula, están a punto de licenciarse en la Universidad. El Trenet, uno de los centros que modernizaron y democratizaron la educación infantil en Valencia, uno de pioneros en la enseñanza en la lengua autóctona y de los pocos que sobrevivieron a la supresión del patronato municipal en 1992, celebra su vigésimo aniversario. Un viaje a lomos de los 20 años de vida de El Trenet y del medio millar de niños del barrio de Patraix que han pasado por alli permite repasar la historia de la educación infantil en la ciudad desde la transición. En 1979, algunos alumnos de las últimas hornadas de la Escuela de Magisterio o la Facultad de Psicología, entre las que se incluían los profesionales de El Trenet (los hermanos Francesc y Anna Nàtxer, Librada Mascastells, Felicidad Signes...) abandonaban las aulas cargados de inquietudes y con mil proyectos para innovar las arcaicas guarderías. "Eran un mero servicio asistencial", recuerda Francesc, "para tener a los niños guardados mientras los padres trabajaban, pero sin ninguna pretensión de educarlos". El caudal de aquellos jóvenes era intangible. "Todos teníamos ilusión y ganas de poner en práctica lo que habíamos aprendido, pero ninguno tenía dinero ni trabajo", rememora Anna. Sin embargo, el ambiente social jugaba a su favor. La llegada de los primeros ayuntamientos democráticos y un movimiento vecinal muy concienciado con la necesidad de escolarizar a los niños de cero a tres años de las barriadas se convirtieron en sus mejores aliados. Los jóvenes maestros, en un trabajo en equipo con las asociaciones vecinales, le presentaron al Ayuntamiento un proyecto de escoletes "barrio a barrio". El Consistorio les dijo que buscaran los locales y creó el patronato municipal de escuelas infantiles. Librada detalla que se organizaron cooperativas de trabajadores y padres para dirigir las escoletes y tomar las decisiones de forma asamblearia. "El Ayuntamiento subvencionaba el alquiler del local, los gastos de mantenimiento y la mitad de las cuotas de los niños", detalla Francesc, orgulloso de que en aquellas escoletes jugaran juntos el hijo de un obrero y el director de un hospital. Anna añade que era un sistema educativo que "no excluía a nadie" y que "tenía tanta calidad que muchos padres con alto poder adquisitivo preferían matricular a sus hijos a estas escoletes públicas". Un sistema tan innovador que fue imitado en Granada, donde en la actualidad pervive un patronato de escuelas infantiles. Pero en Valencia el experimento acabó en 1992, suprimido por la edil de Unión Valenciana María Dolores García Broch, que reemplazó el patronato por los cheques escolares. "Al perder las subvenciones, las escoletes tuvieron que subir las cuotas y muchos padres dejaron de llevar a los niños porque no podían pagarlas", dice Anna y recuerda que de los 32 centros del patronato apenas han sobrevivido media docena. El Trenet se cuenta entre ellos y sus profesionales no han perdido el espíritu de 1979. Siguen formando una cooperativa de trabajadores que se ajustan el salario para que las cuotas no sean intimidatorias. Todavía piden a los padres que se queden los primeros días con el niño en la escoleta y participen como un alumno más en los talleres didácticos hasta que el pequeño se acostumbre a estar allí como en casa. "Así", precisa Anna, "los padres se van más tranquilos porque ven de cerca cómo atendemos a su hijo". Fueron la primera escoleta que empezó a educar en valenciano y siguen logrando que muchos niños de familias castellanohablantes se decanten por la lengua autóctona. Pero, sobre todo, en vez de sentar a los niños en pupitres prefieren dejarles espacio y materiales para que desarrollen su creatividad. Y llevarlos al campo alguna vez para enseñarles que las patatas y las gallinas no nacen en el supermercado.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_