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Invertir en naturaleza

Cuando la Junta de Andalucía asumió en abril de 1984 las competencias de protección de espacios naturales, el balance de territorio amparado por alguna de las figuras que contemplaba la ley estaba muy lejos de alcanzar las cifras actuales. Al Parque Nacional de Doñana (72.000 hectáreas con sus zonas periféricas de protección) sólo lo acompañaba el Parque Natural del Torcal de Antequera (Málaga, 1.200 hectáreas), y entre ambos apenas ocupaban el 0,6% del territorio andaluz. Hoy, la superficie protegida en Andalucía roza el 18% del total regional, y está compuesta, casi en un 90%, por los 22 parques naturales declarados, grandes áreas humanizadas en donde se plantea una estrategia de conservación compatible con el uso racional de los recursos. Cuando a comienzos de los años 80 se comenzó a ensayar esta figura en zonas de montaña, como Grazalema (Cádiz-Málaga) o Cazorla, Segura y Las Villas (Jaén), algunos municipios mostraron una fuerte oposición, temerosos de que la nueva situación frenara sus posibilidades de desarrollo. Diez años después, y en contra de lo que algunos siguen pensando, la mayoría de los municipios incluidos en un parque natural se han beneficiado de esta condición y han visto como, en comparación con otras localidades, han mejorado sus niveles de desarrollo. Estudio ecologista Así lo demuestra un estudio realizado, en toda España, por el colectivo Ecologistas en Acción, que incluye información de trece municipios en nueve espacios naturales protegidos. En Andalucía, las localidades incluidas en este análisis han sido, precisamente, Grazalema y Cazorla. En el caso de Grazalema, la declaración de parque natural ha producido un efecto notable en el sector servicios, que en 1981 ocupaba a menos del 23% de la población y hoy da empleo a más de un 40%. Una buena parte de este sector, afirma el documento, "se encuentra vinculado, de manera directa o indirecta, a la actividad turística, siendo prácticamente en su totalidad turismo de naturaleza". La renta per cápita en este municipio, y según un estudio de la Universidad de Cádiz, ha crecido, en el periodo 1991-95, por encima de la media provincial y regional Por el contrario, el empleo agrícola ha caído de un 39% a un 23%. Ya que esta situación se repite en otras localidades incluidas en parques, no conviene cifrar todo el desarrollo en el sector servicios, advierte Juan Clavero, secretario de Espacios Naturales de Ecologistas en Acción, "ya que podríamos terminar machacando al sector primario, la agricultura y la ganadería, que son las que otorgan identidad y cultura a estos territorios". Si en los parques naturales sólo se fomentan los servicios, concluye, "pueden terminar convirtiéndose en museos muertos, se perderían los atractivos que hacen de estas unas zonas singulares". Mientras que la población rural de la provincia de Cádiz se encuentra prácticamente estabilizada desde 1981, con grandes pérdidas en las comarcas serranas e incrementos en la franja litoral, en Grazalema no sólo se ha conseguido frenar este éxodo sino que, incluso, el número de vecinos ha aumentado en un porcentaje cercano al 3%. "Éste es el mayor éxito", destaca Clavero, "para una localidad que parecía condenada al envejecimiento y a la despoblación, y que hoy es atractiva para sus habitantes porque tienen posibilidades de empleo y calidad de vida". Algo parecido ha ocurrido en Cazorla. En este municipio jiennense, casi el 45% de la población trabaja en el sector servicios y, curiosamente, el empleo en actividades primarias ha crecido más de un 5% desde comienzos de los años ochenta, posiblemente debido, explica Clavero, "a la revalorización que el marchamo del parque natural ha supuesto para productos de alta calidad, como el aceite". Entre 1986 y 1991 se crearon más de 600 empleos (en una localidad que no alcanza los 10.000 habitantes), mientras que en la mayoría de las áreas rurales jiennenses se perdían puestos de trabajo. Por último, en los últimos diez años la población ha crecido casi un 5%, mientras que en zonas similares de la provincia, y por término medio, se producían bajadas del 3,6%.

Pierden los especuladores

Fernando Sancho, profesor de Ecología de la Universidad de Sevilla y director de varios proyectos de investigación sobre desarrollo y conservación en espacios protegidos, estima que "en los parques naturales difícilmente se puede hablar de perjuicios económicos para la población". Sancho añade que "se limitan algunas potencialidades, como, por ejemplo, la de un crecimiento urbanístico o agrícola desordenado y especulativo, y se incrementan las trabas burocráticas para llevar a cabo muchas actividades, pero esta es la única fórmula para mantener un nivel de desarrollo estable, ahora y dentro de 20 años; lo contrario sería matar la gallina de los huevos de oro". Para dinamizar las estructuras socioeconómicas de los parques naturales, sin alterar su equilibrio ecológico, se han puesto en marcha los Planes de Desarrollo Sostenible, cuya ejecución se ha venido materializando en programas de fomento específicos. Durante 1997, y amparados por estos programas, se desarrollaron en los 22 parques naturales andaluces cerca de un millar de proyectos, con una inversión global de más de 18.000 millones de pesetas (a la que el sector público contribuyó con ayudas que rozaron los 3.000 millones de pesetas) y la generación de unos 1.600 puestos de trabajo. A pesar de la existencia de estos mecanismos, Sancho echa en falta "la figura del gerente de desarrollo, tal y como se planteó al comienzo de todo este proceso". El gerente debería coordinar todas estas iniciativas de estímulo económico en un determinado territorio protegido, de manera, explica Sancho, "que en los vecinos no se instale un sentimiento de frustración tras habérseles abierto grandes expectativas".

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