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Medio Ambiente alerta de que una plaga de orugas amenaza 2.000 hectáreas de pinos

Una plaga de Diprioni pini, un insecto de la familia de las avispas, amenaza con defoliar 2.000 hectáreas de pinos en la sierra de Madrid. Ésta es la alerta que lanzó ayer la Consejería de Medio Ambiente, cuyos expertos calculan que la plaga afectará este verano a una quincena de municipios. Ante estas previsiones, siete alcaldes se reunieron con la viceconsejera de Medio Ambiente, Silvia Enseñat, para recibir información sobre este insecto, que, sin matar a los árboles, se come sus hojas. Enseñat adelantó que no fumigará para evitar los efectos secundarios de los pesticidas.

El Diprioni pini es un pequeño homeóptero, de la familia de las avispas, que tiene una vida muy corta, alrededor de una semana en su estado de adulto. Los machos tienen un tamaño (de 16 a 18 milímetros de ala a ala) inferior al de las hembras (entre 18 y 20 milímetros). Las hembras ponen de 50 a 130 huevos, 16 en cada acícula -hoja- de los pinos. Las larvas nacen de siete días a un mes después de la puesta. Miden entre 20 y 22 milímetros y se alimentan de las hojas de la rama donde nacen. Permanecen en ese estado de 45 a 60 días y luego se transforman en capullos, que pueden permanecer así varios años. Del capullo sale un insecto alado, el Diprioni pini adulto.Las primeras plagas de Diprioni pini en Madrid llegaron de Francia en 1950. El año pasado vino la segunda. Los insectos defoliaron 2.000 hectáreas de pinos silvestres (una hectárea equivale a un campo de fútbol) por toda la sierra. El valle de la Fuenfría fue un paraje especialmente afectado por la plaga. Las avispas tomaron la zona alta de los pinares, entre los 1.600 metros y los 2.000 metros de altitud. La franja de bosque afectada quedó seca, marrón en lugar de verde.

Este verano se prevé un nuevo ataque de las larvas, pero esta vez entre El Escorial y el puerto de Navafría, limítrofe con Segovia.

La Comunidad augura que la plaga deje tras de sí otra franja marrón, seca, eso sí a una altitud menor. Entre los meses de junio, julio y agosto, el ataque de las larvas del Diprioni pini se producirá en los pinos de baja montaña, a una altitud de entre los 1.600 y los 1.200 metros.

"Como el año pasado se comieron las acículas de los pinos más altos, el Diprioni busca, de forma natural, el alimento en las zonas más bajas", explicó ayer Manuel de Dios, responsable de plagas de la Consejería de Medio Ambiente.

Los pinos más afectados por la plaga del año pasado no corren riesgo alguno de sufrir un nuevo ataque este año. "Sus hojas tienen pequeños brotes y éstos no son del agrado de las larvas del Diprioni pini", explicó De Dios. Los árboles que sufrieron el hambre devoradora de esas orugas sólo de forma parcial, en algunas de sus ramas, sí pueden recaer este año.

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Como la plaga no es letal para los pinos, Medio Ambiente ha descartado la fumigación de los bosques con avionetas. "La Consejería tiene un arsenal de insecticidas. Sería capaz de acabar con toda la población de Diprioni pini de la región. Pero sería peor el remedio que la enfermedad, porque en una fumigación no se discrimina entre los insectos benignos y los malignos, y el pesticida acabaría con todos, incluidos los anfibios. Se rompería así el equilibrio ecológico de la sierra", explicó ayer el director general del Medio Natural, José Javier Fernández Santamaría.

Preocupación en la sierra

Siete alcaldes de municipios serranos, entre ellos los de Cercedilla, Miraflores y Guadarrama, tres municipios que se vieron afectados por la plaga el verano pasado, acudieron ayer a la reunión con los expertos regionales. Mostraron su preocupación por la plaga pero se tranquilizaron cuando les aseguraron que no mata los pinos sino que los debilita. Es entonces cuando una segunda invasión de otro insecto resulta fatal. Es el caso de los escolítidos, unos coleópteros que precisamente buscan los ejemplares de pino más débiles para atacarlos. Los devoran por dentro, excavan unas galerías en el interior del tronco y se beben la savia. Una plaga de escolítidos aniquila los bosques que ya están tocados por el Diprioni pini. Para evitarlo, la consejería ha instalado trampas para capturar escolítidos. Son troncos cortados, rellenos de una sustancia venenosa que atrae a los insectos.Medio Ambiente mantiene la alerta contra el Diprioni pini, estudia la evolución del insecto en su medio y confía en que los parásitos del insecto y sus depredadores naturales (los pájaros y reptiles) acaben con ellos.

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