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El 68% de las tierras del Guadiamar están contaminadas por arsénico, según el CSIC

Los científicos advierten de que la acidez de los suelos facilita la movilidad de los metales

Alejandro Bolaños

El valle del Guadiamar sigue enfermo y los expertos que estudian su dolencia, los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), insisten en que para su recuperación serán necesarias técnicas nunca utilizadas hasta ahora. El décimo informe de los científicos sobre el vertido tóxico concluye que, diez meses y medio después de la rotura de la balsa minera de Aznalcóllar, el 68% de la zona afectada está contaminada por arsénico y el 47%, por cinc. El presidente del CSIC, César Nombela, explicó ayer que para extraer el arsénico, el más tóxico de los elementos presentes en los suelos del valle, habrá que recurrir necesariamente a plantas acumuladoras de metales pesados.

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Aves de la discordia

Los coordinadores del Gobierno central y de la Junta de Andalucía dieron por concluida, el pasado 8 de enero, la limpieza del valle del Guadiamar. Durante ocho meses, operarios de la Administración central, autonómica y de Boliden, la empresa propietaria de la mina, retiraron seis millones de toneladas de lodos tóxicos y tierra. Para ello, usaron máquinas excavadoras y grandes camiones: llegaron a circular 400 a la vez y los accidentes provocaron cinco muertos. Sin embargo, el último informe elaborado por el CSIC muestra que, a pesar de este enorme dispositivo (que ha costado 14.000 millones a las administraciones y 1.300 millones a Boliden), más de la mitad de la zona sigue contaminada."Nuestra conclusión es que gran parte del terreno presenta todavía concentraciones altas o muy altas de varios metales, fundamentalmente de arsénico", adelantó el presidente del CSIC en rueda de prensa antes de dar la palabra a José Aguilar, catedrático de Edafolagía de la Universidad de Granada y director del grupo que ha elaborado los mapas de contaminación en los suelos del Guadiamar, incluidos en el informe.

Aguilar presentó los datos que avalan la afirmación de Nombela. Los investigadores de la Universidad de Granada estiman que el el 68% de la zona está contaminada por arsénico; el 47%, por cinc; el 25%, por plomo; el 15%, por cobre; el 11%, por talio, y el 4% de los suelos, por cadmio. El catedrático advirtió que este cálculo establecía como límites de referencia "los umbrales que indica la normativa internacional para tierras de uso agrícola".

Otros criterios

La apreciación de Aguilar no era gratuita. La Junta de Andalucía publicó una norma el pasado 12 de enero en la que indicaba los límites a partir de los cuales se considerarían contaminadas las tierras afectadas por el vertido. El Gobierno andaluz, que está dispuesto a crear un corredor forestal en el valle una vez regenerado, establecía dos referencias: una para "zonas sensibles", que coincide a grandes rasgos con "la normativa internacional" invocada por los investigadores del CSIC, y otra para "zonas menos sensibles", en las que los límites son superiores.El informe del CSIC recoge valores de contaminación inferiores "si se consideran los valores de la Junta en el caso de que la zona se utilizase como corredor verde". Siguiendo este criterio, la proporción de tierras con concentraciones elevadas de arsénico se reduciría al 47%, y las que registraban contaminación de cinc serían entonces sólo el 20%. En estos casos, el límite de arsénico usado es 100 partes por millón (cuando la normativa internacional pone el tope en 50) y el de cinc es 1.200 partes por millón (600 en la normativa internacional).

"Lo que nos parece claro es que las concentraciones son elevadas y merecen una atención especial", afirmó Nombela, quien hizo hincapié en que el mapa del arsénico mostraba que "alrededor del 15%" de las 5.000 hectáreas afectadas registran valores "que quintuplican" los límites de contaminación establecidas por la normativa internacional. Según el mapa, las zonas de acumulación de arsénico se distribuyen cerca de la mina, pero también en Entremuros (límite septentrional del Parque Nacional de Doñana), donde se paró la riada tóxica con un muro.

Cultivos

"La conclusión de si los suelos son cultivable no nos corresponde a nosotros", advirtió el presidente del CSIC, quien recordó que los criterios internacionales escogidos por los investigadores "son los establecidos para tierras de uso agrícola". En todo caso, de los datos de contaminación recogidos en este informe no se deriva que "el 84% de los terrenos agrícolas afectados sean aptos para el cultivo", como aseguraba un estudio del Ministerio de Agricultura, hecho público el pasado 25 de febrero.Los investigadores del Ministerio de Agricultura basaron su análisis en tres elementos (cinc, cobre y plomo) que se cruzaron con los límites establecidos por la Junta. "En ese estudio no se tuvo en cuenta el arsénico", subrayó Nombela, quien defendió que "es muy difícil encontrar trabajo más completo" que el realizado por la Universidad de Granada. Para elaborar los mapas, el equipo comandado por José Aguilar tomó muestras múltiples en 90 puntos.

"Las muestras se recogieron en la zona cuando ya se habían retirado los lodos", informó el catedrático. Aguilar y Nombela resaltaron que el 64% de los suelos ácidos de la zona están contaminados por cinc y el 87% por arsénico. "Cuanto más ácido es un suelo, más solubles son los metales y más fácilmente se pueden movilizar y pasar a la cadena de alimentación de plantas y animales", explicó Aguilar. El presidente del CSIC aseguró que la "remediación es posible, aunque no sabemos en cuánto tiempo". Para ello, los científicos señalan que primero debe usarse cal y óxidos de hierro para bajar la acidez de los suelos y luego plantas especiales para extraer los metales.

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