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Una exposición quiere revalorizar los aspectos decorativos del arte abstracto

Decía Kandinsky, ya en 1911, que uno de los peligros que amenazaban a la abstracción era el decorativismo. En 1957, el influyente crítico estadounidense Clement Greenberg insistía en la misma idea de que "la decoración es el espectro que persigue a la pintura moderna". La exposición Decoraz(i)ón, que hoy se inaugura en el centro cultural Tecla Sala, en L"Hospitalet de Llobregat (Barceolonès), intenta romper con este anatema al plantear una posible mirada positiva sobre la relación entre abstracción y decoración en el arte contemporáneo.

En el mundo del arte, una de las peores cosas que se pueden decir de la obra de un artista es que es "puramente decorativa". Más que una mala crítica es una interpretación peyorativa, ya que suele suponer una minusvaloración del trabajo artístico. Tradicionalmente, las sucesivas vanguardias de este siglo, a medida que se iban sucediendo, se han ido acusando unas a otras de decorativas. El hecho de que se hubieran "convertido" en decorativas parecía descalificarlas, lo que exigía, en consecuencia, que otra tomara el relevo. En este contexto, que 47 artistas actuales hayan accedido a participar en una exposición titulada Decoraz(i)ón. La deco-abstracción en Europa, de 1965 a finales del siglo XX, es cuando menos sorprendente. La lista de artistas es amplia e incluye a creadores de distintas generaciones y tendencias. Desde Sigmar Polke, David Tremlett, John Armleder, Louis Cane y Pierre Dunoyer hasta Rosemarie Trockel, Charo Pradas, Andrea Busto y Leni Hoffmann, pasando por García Sevilla, Walter Obholzer, Peter Stämpli y Dis Berlin. La exposición, abierta hasta el 23 de mayo, tiene como comisario al artista y crítico suizo Joerg Bader, residente en Barcelona, y su génesis explica en parte el concepto que recorre la exhibición. Bader, explica, realizó en 1993 una exposición en la que presentó unos trabajos formalmente geométricos y ornamentales. Él acepta que el principal objetivo del friso que, por ejemplo, exhibe ahora en el centro Tecla Sala, es su carácter decorativo. Con todo, de aquella exposición original hubo tres críticas que en diferentes momentos acusaron a Bader de ser "decorativo". "Después de aquello, intenté encontrar el trasfondo positivo a la decoración", afirma Bader. La reflexión individual acabó convirtiéndose en colectiva y transformándose en una exposición en la que, a partir de la decoración, se revisan otros temas centrales del concepto de modernidad y vanguardia a lo largo de este siglo. "La abstracción no es una técnica o una tendencia, es una manera de pensar", afirma Bader. "El concepto de la abstracción es lo radical, pero las formas que ésta toma pueden ser muy diversas". Con todo, explica, en su origen la abstracción estaba ligada a una idea del arte como revolución, a un hombre nuevo que en la nueva sociedad desarrollaría, ayudado por el arte, una sensibilidad diferente que transformaría su entorno. El ornamento era superfluo y, en consecuencia, el gran enemigo. "Una pintura abstracta no tiene por qué parecer abstracta al cabo de 50 años", decía Duchamp. Efectivamente, en muchas ocasiones grandes teóricos de la abstracción pura y espiritual acabaron como fondo de desfiles de moda, estampado de jerseys u ornamento de vajillas. En el mejor de los casos, excusas decorativas para un consumo de lujo. Visión crítica La exposición intenta ser experimental y provocadora, pero se mantiene dentro de los márgenes autorreferenciales de la reflexión artística. Gran parte de los creadores participantes utiliza la decoración desde un punto de vista crítico bien respecto a la obra de otros artistas históricos o a su entorno social, bien como ejercicios de percepción formal. De forma paralela, la muestra también hace hincapié en el carácter masculino de las vanguardias, lo que, a juicio de Bader, ha jugado en contra de la valoración de los aspectos decorativos. El ornamento era cosa de mujeres y las artistas contemporáneas lo han utilizado precisamente como arma crítica contra esta visión purista y machista del arte occidental. La utilización del tejido de Rosemarie Trockel y la plastilina en el caso de Leni Hoffmann son buenos ejemplos de ello. Decoraz(i)ón utiliza distintos soportes y recursos ornamentales. Pueden verse cuadros colgados que aparentan una alfombra persa realizada con conglomerado de madera pintada (Aldo Mondino), azulejos con formas clásicas (Aldo Iacobelli), tiras de colores en el suelo que aluden a famosos cuadros de Mondrian (Beat Zoderer) y formas ornamentales seriadas pintadas artesanalmente en la pared (Richard Wright). El montaje también es especial ya que las obras ocupan paredes, suelos y columnas de la sala sin mantener las tradicionales distancias; algunas están situadas en el vestíbulo y en la zona de oficinas.

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