El último desembarco del San Diego
Villapalos instala en el Museo Naval los restos del galeón hundido en Filipinas en el 1600
Los tesoros del fiero galeón San Diego, el coloso de 800 toneladas con el que la armada de Felipe II creyó hacerse dueña del mar océano, enfilarán su último viaje con dirección al número 5 del Paseo del Prado, sede del Museo Naval. La Consejería de Cultura del Gobierno regional ha cerrado -con la valiosa aportación de Cajamadrid como mecenas- la adquisición de los restos de la nao por un importe de casi 770 millones de pesetas: 700 para las piezas en sí, y el resto en concepto de transporte y seguro. La nave cayó en manos de los corsarios holandeses del Mauritius a pocos metros de la isla filipina de la Fortuna, con una preciosa carga de porcelanas chinas, tinajas, vasijas y miniaturas de plata.El San Diego vivió su penúltima aventura la tarde del 14 de diciembre de 1600, una jornada que se pretendió heroica y terminó como una de las mayores catástrofes en la historia naval española, con 350 cadáveres flotando en las aguas del Pacífico. Querían las tropas encabezadas por el incauto almirante Antonio de Morga pararle los pies a los holandeses, por entonces afanados en el saqueo de las costas coloniales, pero la táctica resultó estrepitosa: con sus cañones anegados por el agua, los españoles asumieron la pelea cuerpo a cuerpo y acabaron yendo a pique tras seis horas de intensos combates.
Nada se volvió a saber del San Diego hasta que el sagaz buscador de tesoros francés Franck Goddio consultó docenas de legajos en los archivos de Sevilla y dio con los restos entre 1992 y 1993. Las piezas del malogrado galeón ya pudieron verse en Madrid en una exposición que el Central Hispano organizó en 1995. El día de la inauguración, Goddio, de formación hispana, prometió a la reina Sofía que haría lo posible porque la colección se quedara en España. Al final, se va a salir con la suya.
Villapalos creyó en octubre de 1995 que el tesoro del San Diego casi ya estaba en sus manos. Para entonces la condesa de Montarco, amiga del arqueólogo francés, había hecho labores de embajadora ante el presidente de la Comunidad, Alberto Ruiz-Gallardón. El cierre de la operación se ha demorado tres años hasta encontrar un cómplice que aportase 462 millones: Cajamadrid.
La colección que dará lustre al Museo Naval comprende el 70% de lo reflotado por Goddio. El resto engrosará los fondos del Museo Nacional de Filipinas. La Comunidad ha materializado la adquisición con la condición de que la colección no se mueva de Madrid aunque el museo se trasladara de la capital. "Visto lo que está sucediendo con el Museo del Ejército, será mejor tomar precauciones", explicó ayer el portavoz del gobireno regional, Jesús Pedroche, con un gesto de resignación.
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