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LA CASA POR LA VENTANA Una semana completita JULIO A. MÁÑEZ

Empezaremos por los genes, que es de lo que tenemos casi todos, aunque a algunos les llevan por el peor de los caminos. El genoma Grisolía convocó el simposio de todos los otoños y ahí saltó la liebre de casi todos los veranos, a saber, ¿el homosexual nace o se hace? Insidiosa pregunta que a saber por qué rara vez se hace extensiva a los diseñadores de la ZAL, el señor Zaplana, a la vecina del quinto o a los financieros por cuenta ajena a lo Javier de la Rosa. La respuesta es de esas que pueden iluminar el saber entero, y en siendo afirmativa en cualquier dirección podría arrojar alguna luz sobre si la supuesta propensión a la sisa de algunos de nuestros supuestos empresarios basta para homologar semejanzas entre la conducta de sus genes o si tan fea como presunta inclinación es una habilidad adquirida en el ejercicio de un oficio que tantos sacrificios demanda. Pasando de esos berenjenales, que parecen inquietar a todo el mundo menos a quienes, por lo que sea, desdeñan recurrir a lo hetero para el disfrute de sus alegrías íntimas, y además porque me parece abusivo delegar en los mudos genes la responsabilidad última del atasco en las negociaciones para acordar qué personajes y de qué orientación o catadura merecen figurar en la AVL, qué caramba, tenemos en plena crónica de sucesos a Joaquín Ferrandiz, un chico de Castellón tan genético por lo menos como todos aunque algo más expeditivo en la satisfacción de sus gustos sexuales, al que hay que reconocer el mérito indeseado de haber sacado de apuros a otro pobre chico en trance de pagar de por vida las muertes que no dio. Así que me pregunto, sin que sea ofensa para nadie, si alguien tendrá los genes suficientes para asumir los horrores de ese error o si pasa lo que pasa en el cine americano donde salen policías que cargan el mochuelo al infeliz que tienen más a mano. Sin salir de la crónica de sucesos, se diría que la predilección de nuestro futuro beatificable Eduardo Zaplana por las tierras alicantinas está a punto de consumar la devastación que se propone. La amenaza de Terra Mítica es cosa de poca monta en ese frenético empeño por convertir a Alicante en Territorio Lúdico de España, así que se disponen a completar la faena con una tenebrosa Ciudad de la Luz donde, lo que son las cosas, la tradición de Les Fogueres cede su estampa a la más acreditada de Les Falles, a juzgar por los temibles bocetos diseñados para amenizar los accesos. Si así se proyecta la entrada, el reclamo, el prólogo, la advertencia, el susto, no me extrañaría que la salida deparase visiones todavía más espeluznantes. Allí habrá que asistir, si se pica el anzuelo y como a tantos otros lugares que me callo, con el mínimo de cerebro intacto necesario para estallar de júbilo. Y ya que estamos hablando de jubileos, nada me gustaría más que atribuir el diseño fallero del asunto a una decidida voluntad de Zaplana, incluso de Julio de España si me apuran, por vertebrar de una vez una comunidad tan poco orteguiana como ésta, por más que don Joaquín Calomarde aspire a que le permitan entretenerse en el desairado papel de Unamuno. Un indicio esperanzador es la mención de la luz, luz en mayúscula para concordar con la deslumbrante ciudad que se proyecta, que acaso integra a las lumínicas gaiatas de esa noble tradición castellonera que tanto fascina al ultragénico (¿o es ultramagnético?) Carlos Fabra. Jubilación o jubileo, que para el caso viene a ser lo mismo, la que les espera a esos trabajadores de la Ford que reciben desde el cielo las señales inequívocas de su desventura, un tanto a la manera de las voces de ultratumba graznadas desde los primeros helicópteros que apoyaron a los grises en la ardua tarea de disolver las manis antifranquistas. Esa admonición de los espacios exteriores, ¿no encubre la tentativa de ocultar que el Focus no termina de enfocar como debiera? ¿Se ha asegurado alguien de que esa voz no es la de Superlópez, por ejemplo? ¿Y por qué nuestro presidente se pasea por el Vaticano con un polaco de respeto en lugar de confortar a sus trabajadores en estas horas de infortunio o de depositar en el shalakot de don Santiago la lista de aprobados en lengua o la tonta de suspensos? ¿Está Genoveva Reig al tanto o al tonto de este asunto? Y ya puestos a preguntar de la manera más boba, ¿es por eso que Canal 9 trata de imitar a RTVE en el capítulo de despilfarros? Demasiadas preguntas para un hombre de tan pocos genes como un servidor. La respuesta la tiene la composición final del Agua, o aguas, de Valencia. Que rompan.

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