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EUSKAL HERRIA ESCONDIDA

De Lope de Aguirre a la cueva de San Elías

Hace 37 años por estas fechas se reunía en el barrio oñatiarra de Araotz un nutrido grupo de intelectuales guipuzcoanos que bajo el sobrenombre de La Academia Errante se entretenía en reivindicar a personajes ilustres del país. En aquella ocasión, la cita era para rehabilitar la figura del ínclito Lope de Aguirre, con motivo del cuarto centenario de su muerte de dos arcabuzazos, después de un periplo infatigable por las costas de Suramérica. No se tiene la segura certeza de que Aguirre naciera en Araotz (sí se sabe que procedía de Oñati), pero la especial localización de este valle, apartado del mundanal ruido, invita a situar en una de sus casas la natal de quien a sí mismo se llamó "traidor" en una de las cartas que escribiera al rey Felipe II. Araotz, sin embargo, no vive del recuerdo de Lope de Aguirre. Sí es cierto que acuden visitantes preguntando por la casa natal del famoso aventurero, pero cuando se llega hasta el barrio de Agirre, de donde se dice que procedía el valeroso y frío conquistador, la casa muestra el busto de un tal mariscal Elorza. Este militar que se llevó el honor de tener un monumento en su localidad natal debió ser valeroso y decidido, lo que le supuso numerosos honores en vida, pero el paso del tiempo ha dejado a cada cual en su lugar: Elorza, en piedra; Lope de Aguirre, en la leyenda. Así lo estimaban aquellos que se reunieron en un final de octubre como éste, alrededor de una mesa abastecida de buenos peroles de alubias, bandejas de carne con tomate, manzanas asadas, queso del país y "vino de contrabando de Álava y pan elaborado en el caserío de Aguirre", como recuerda el libro Aguirre descuartizado que recoge todo lo que se dijo en aquel evento. Después de tan copioso ágape, los presentes comenzaron a declamar sus textos sobre el capitán de marañones. Estaban, entre otros, Jorge Oteiza (por entonces con 53 años), Ramón Zulaika, José Mari Busca Isusi, Aitor Goirizelaia, Manuel Madrazo y Elías Amezaga, quien ante sus compañeros de la Academia Errante y unos 40 vecinos de Araotz que siguieron el acto fue uno de los más emotivos en su parlamento: "Lope de Aguirre, Ira de Dios. Fuerte caudillo de los invencibles marañones, salve. Yo te saludo. Y conmigo los aquí reunidos para celebrar tu efemérides. Loor a tí bravo marañón en esta fecha histórica. Recordación emocionada junto a tu cuna. Te evocamos en el viento, en lo impalpable, en esos horizontes sin caminos que fueron tu tumba, conjurándote a que te nos aparezcas y nos oigas". Después del festín que se había dado la Academía Errante en su honor, Lope de Aguirre podía aparecérseles en Araotz sin problema. Este valle, aunque de apariencia apacible y hasta bucólica, tiene un pasado turbulento. Su especial configuración al final de una larga y estrecha cañada, que es su única entrada, limita el acceso, ya que la posible salida de Araotz por el lado opuesto, en dirección hacia Álava, hay que hacerla a través de las estribaciones de la sierra de Aitzkorri. Como recoge Pedro Oleaga en el libro Araotz, historia y costumbres: "Sus orígenes, según leyenda, provienen de que hubo un tiempo que era como el destierro o confinamiento de personas indeseables y, siendo por su configuración un paraje agreste y aislado, el municipio de Oñati aceptó esta situación como medio de crear un núcleo o barrio nuevo, con todas sus consecuencias". Pero lo cierto es que, aparte de Lope de Aguirre, este barrio oñaitiarra se ha caracterizado más por la tranquilidad de sus habitantes que por otra cosa. Aunque sí ha tenido visitantes que han roto la apacibilidad del valle: desde las bandas de maleantes de las guerras de banderizos hasta los estraperlistas de la última posguerra, que pasaban por Araotz en dirección a Álava para abastecerse de patatas, harina, vino o aceite y regresar de nuevo a Oñati. Quien no podía faltar en esta relación de personajes de dudosa reputación es el cura guerrilero Santa Cruz, que se despidió de sus hombres en Araotz, para continuar él camino hacia Francia, en uno más de sus enfrentamientos con sus diferentes mandos. Entre todos estos visitantes, hubo uno, sin embargo, que protagonizó una de las primeras coplas recogidas en euskera, escritas en 1588 por don Pedro Sáenz del Puerto, catedrático de la Universidad de Oñati. Los hechos se remontan a 1457 y tuvieron lugar en la cueva de San Elías o de Santa Ilia, como es conocida una gruta que se encuentra a la entrada de Araotz, frente a la presa de Jaturabe. Por donde hoy se encuentra la escuela de escalada de Araotz (raro es el día en el que no hay cuadrillas de jóvenes subiendo y colgándose por estas paredes) se accedía a la gruta en la que se escondieron Sancho García de Garibay y Aguirre y sus lacayos. El motivo no debía ser muy importante, pero Sancho García se empecinó en no moverse de la cueva, mientras la Hermandad, que se encargaba de la seguridad de la zona, intentaba prender a los huidos. Se les impidió cualquier posibilidad de adquirir alimentos, pero un criado de Sancho García les proveía por una entrada secreta de la cueva. Al final, los intentaron ahumar con manteca de cerdo, pero consiguieron fugarse por aquella salida secreta y ponerse a salvo. La cueva de San Elías conserva todavía hoy esos rasgos que la hicieron apetecible a forajidos y huidos de las decenas de justicias que en estos siglos gobernaron las tierras de Araotz. Aunque a veces fuera refugio de perseguidos por la ley, los vecinos siguieron y siguen acudiendo hasta la ermita construida en su interior a venerar al santo y en busca de la fertilidad. La tradición cuenta que las aguas del manantial que brota de la peña tenían poder de cambiar de condición a las mujeres estériles. Pero ahora a San Elías principalmente acuden los chicos y chicas que practican la escalada, que tienen en estas paredes tan características de Araotz un buen lugar para entrenarse. Sus prácticas, aunque arriesgadas para ellos, son más tranquilas que las de aquellos banderizos de Sancho García o las que el más conocido de los hijos de Araotz, Lope de Aguirre, llevó a cabo en su busca de la mítica El Dorado.

Datos prácticos

Cómo llegar: Para los que vienen desde Bilbao o San Sebastián, hay que acercarse hasta Eibar por la A-8 o la N-634. A partir de aquí, se toma la GI-627, para desviarse por la GI-2630 hasta Oñati, desde donde se llega a Araotz por la carretera que sube a Arantzazu, la GI-3591, que tiene un desvío hacia el barrio oñatiarra. Desde Vitoria, hay que llegar a Mondragón por la N-240 y la GI-627. En esta carretera, pasada esta última localidad, se toma el desvío a Oñati. Alojamiento: La cercanía del santuario de Arantzazu hace que la oferta hotelera sea amplia. Entre otros establecimientos se encuentra el hotel Soraluze, (tel. 943 716179), la hospedería de Arantzazu (943 781313), el hotel Etxe-aundi (943 781956), Goiko benta (943 781305), Sindika (943 781303). Además, hay dos agroturismos, Arregi (943 780824) y Enparantza (943 782152). Comer: Como ocurre con los hoteles, la oferta de restaurantes es considerable. En el mismo casco de Oñati se puede acudir a Iturritxo (943 716078), Garoa (943 781355) o Antxon (943 782161). En Arantzazu, Milikua (943 781313) y Zelai zabal (943 781306). En el cercano barrio de Uribarri, Txopekua (943 780571). Y en Araotz, el merendero Araoz (943 783526).

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