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Diputados del partido de Pujol se pronunciaron contra el voto de CiU sobre la autodeterminación

Los diputados de Unió no se quedaron solos a la hora de cuestionar el voto de CiU en favor del derecho de Cataluña a la autodeterminación. Varios parlamentarios de Convergència, el partido de Jordi Pujol, también expresaron su disconformidad con la consigna de sumarse a la proclama impulsada por el Partit per la Independència en el Parlament la primera semana de este mes. Las objeciones fueron acalladas por la dirección del grupo parlamentario con el argumento de que el asunto había sido pactado entre Pujol y el líder independentista Àngel Colom.

Al menos dos diputados de Convergència -además del parlamentario de Unió Joan Rigol y del líder de este partido, Josep Antoni Duran- expresaron abiertamente antes de la votación su disconformidad con la decisión de secundar el alegato del PI en favor de la autodeterminación. Bastantes más lo hicieron privadamente, según confirmaron a este periódico fuentes del sector convergente del grupo parlamentario de CiU. Los dos diputados de Convergència que argumentaron en contra fueron Joan Granados, exdirector general de la Corporación Catalana de Radio y Televisión, y Raimon Escudé, exportavoz del grupo nacionalista en la Cámara catalana. Ninguno de ellos se pronunció contra el derecho de autodeterminación en sí mismo, sino contra la oportunidad de apoyar dicho alegato en aquel momento y a remolque de otro grupo parlamentario. En la reunión del grupo de CiU previa a la votación, Granados consideró que la resolución era innecesaria e inoportuna, y abogó por no sumarse a la iniciativa del PI. Ayer, sin embargo, aseguró que no recordaba nada de lo que dijo entonces. El democristiano Rigol se pronunció en términos similares e hizo hincapié en la inconveniencia que, a su juicio, suponía abordar un asunto de esta importancia empujados por una iniciativa parlamentaria ajena. El día en que CiU quiera que el Parlament apruebe una proclama en favor del derecho de autodeterminación, vino a decir Rigol, que sea el propio grupo nacionalista el que tome la iniciativa después de haber constatado que tal decisión le conviene, pero no porque otro grupo le arrastre a ello. Fuera de la reunión, pero también abiertamente y antes de que se produjera la votación, Escudé abundó en este último argumento. El exportavoz nacionalista consideró que la resolución sobre la autodeterminación acabaría eclipsando informativamente el eje del discurso soberanista que el propio presidente Pujol había hecho 48 horas antes en la Cámara y en el que había reclamado más poder político y económico para Cataluña dentro del actual marco constitucional. Mientras Granados y Escudé explicitaban sus posiciones, otros diputados de Convergència, según fuentes de este partido, confesaban en privado su desconcierto por la decisión de la dirección de pactar el alegato por la autodeterminación con el PI. Militantes o votantes Entre éstos, unos entendían que ese paso podía contentar a la militancia nacionalista, pero a buen seguro disgustaría a un sector nada desdeñable del electorado de CiU. Otros se preguntaban por qué hacer un regalo político de tal envergadura al PI, porque aunque el partido de Colom contribuirá laminar la competencia electoral de ERC en el campo nacionalista, a buen seguro será este último partido y no el PI una de las fuerzas a las que CiU deberá acercarse en busca de apoyo según cual sea el escenario parlamentario que dibujen las elecciones autonómicas. El portavoz parlamentario de CiU, Ramon Camp, cortó en seco las objeciones con el argumento de que la decisión había sido adoptada por la máxima instancia nacionalista, es decir, Jordi Pujol. Efectivamente, Colom había informado personalmente la noche anterior a Pujol y a su consejero de Presidencia, Xavier Trias, de la propuesta que el PI llevaría al pleno del Parlament. Por la mañana, la dirección del grupo de CiU ya tenía instrucciones de negociar con el PI una rebaja del tono de su proposición y apoyarla.

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