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FÚTBOL: LIGA DE CAMPEONES

Anderson da cuenta del Brondby

El Barça vuelve a agarrarse a las individualidades en un partido espeso que le da el liderato de su grupo

Ramon Besa

Un buen resultado alivió un mal partido. Ni el liderato europeo ayudó a pasar la noche. El Camp Nou no despierta y, a falta de juego y futbolistas, se agarra a Okunowo, un claro síntoma de la ausencia de referentes. No hay forma de llenar el medio campo, de unir al portero con el delantero centro, que son los únicos que dan vida a la contienda, y los encuentros acaban por norma en un aborto. Mover el equipo, cambiar la alineación, no es ninguna garantía de redención. El caso de Luis Enrique es el mejor ejemplo: dejó la banda derecha de la zaga para acercarse al área y el equipo se perdió igualmente en la cancha. Liberar a Luis Enrique del lateral significa encadenar a Rivaldo al córner izquierdo. Es peor el remedio que la enfermedad. No es un problema de futbolistas, sino de fútbol, de entrenador y de falta de personalidad. Es un equipo indefinido, en transición permanente, que no se sabe cuando cuajará. Van Gaal alargó el campo hasta donde pudo con un alineación con la que pareció sentirse más cómoda la hinchada que el equipo. Puso a Cocu como central zurdo para garantizar una mejor salida de la pelota desde la media luna; dejó caer a Roger como segundo pivote en la divisoria en un intento de reforzar el juego asociativo; dio entrada a Okunowo en el lateral para correr a Luis Enrique hasta la media punta, más cerca de la portería y, al tiempo, más lejos de gol, pues siempre necesitó terreno para poder correr, y tiró a Rivaldo hacia el margen izquierdo. Una parada de equipo que no resolvió la falta de dinamismo. Tampoco los cambios introducidos sobre la marcha alteraron demasiado el paisaje. Xavi no está áun para centrar al equipo y Zenden permitió al menos que Rivaldo, desatado del margen izquierdo, soltara el gatillo.No tiene el Barça un futbolista que haga jugar al equipo, un jugador que lea el partido y pegue a la defensa con la delantera. El colectivo va girando sobre individualidades, gente con gran capacidad para actuar por sí sola, con independencia del equipo, de la alineación, del rival y del terreno. Unas veces aparece Giovanni, otras Rivaldo y casi siempre Luis Enrique. Hay momentos en que se atreven con una rabona, otras con un sombrero y de vez en cuando con un caño. Mucho circo. Entretienen. Han resuelto, además, muchos partidos.

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La nómina de figuras sirve para competir. No ayudan, sin embargo, a que el grupo crezca como equipo. Parecía que el grupo engordaba con el partido del Celta y resulta que adelgazó. Le faltan aún al Barça automatismos de juego y fútbol combinativo, así que los cambios, de nombres y de posiciones no alteran el discurso monótono, somnoliento y sincopado del colectivo. El toque no es nada fino, el pase resulta impreciso, la pelota corre muy poco, el campo difícilmente se abre, no se generan espacios. La lateralidad le puede siempre a la profundidad. Falla la génesis del fútbol, que no la puntería.

El plantel de rematadores es amplio. No jugó ayer Kluivert, sino Anderson, y el brasileño marcó los dos goles del choque. El primero, al filo del descanso, resumió la contienda: Giovanni perdió la pelota, metió el pie para recuperarla, apareció Figo para jugarla, otro zaguero se cruzó para despejarla y, harto ya de tanto dar vueltas, el cuero quedó a merced del ariete, que, ante tan mala elaboración, al menos se esmeró en la ejecución. El otro, el definitivo, no llegó hasta el último tramo, e ilustró también el nuevo paisaje que había sobre la cancha: salido del córner por la entrada de Zenden, Rivaldo enfiló el área desde la media punta, sacó el percutor, escupió el meta el cuero y Anderson cabeceó a la red.

El Brondby dijo poca cosa. Dio muchas vueltas al campo y encontró pocas veces el marco. A falta de zagueros, Hesp sacó las manos para parar a los daneses en sus dos únicas llegadas. Buen partido el del portero, sometido a la presión de que un fallo suyo puede llevar al equipo a una derrota sin remedio. El físico le alcanzó sólo al grupo forastero para sacar un resultado decoroso. Nada más. Ni siquiera supo atrapar el final con opciones al triunfo como el Extremadura o el Celta. No cambia el Barça y tampoco sus rivales. Ccada partido es la misma historia. Buenos tiempos para los vendedores de pipas.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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