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"Abstención beligerante" frente a la Constitución

, Felipe González afirmó el pasado lunes en un curso de verano en El Escorial que José María Aznar había tenido una oposición militante a la Constitución en unas fechas en que, además, lo difícil era defenderla y consolidarla. González apoyó sus alusiones al menosprecio de Aznar hacia el consenso constitucional y a su desaprobación del Título VIII de la Constitución, el que regula el Estado de las Autonomías, en artículos publicados por el actual presidente del Gobierno en 1979 en el diario Nueva Rioja.En febrero de 1979, Aznar escribió : "En determinadas ocasiones, la abstención puede estar justificada. Incluso darse el caso de una abstención beligerante como en el pasado referéndum constitucional". Unas líneas antes, argumentaba: "Tal como está redactada la Constitución, los españoles no sabemos si nuestra economía va a ser de libre mercado o, por el contrario, va a deslizarse por peligrosas pendientes estatificadoras y socializantes; si vamos a poder escoger libremente la enseñanza que queremos dar a nuestros hijos o nos encaminamos hacia la escuela única; (...) si el desarrollo de las autonomías va a realizarse con criterios de unidad y solidaridad o prevalecerán las tendencias gravemente disolventes agazapadas en el término nacionalidades".

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Ese mismo mes dejó escrito que los compromisos entre los dos partidos mayoritarios provocaba "la desconfianza de una enorme masa de españoles en el buen funcionamiento del sistema democrático (...). Durante este bienio (...) no ha habido un Parlamento que merezca tal consideración. Baste pensar (...) cómo fueron aprobados en bloque apartados, artículos, capítulos y títulos del texto constitucional sin que se desarrollase un solo debate ante los españoles".

El 18 de febrero, Aznar había publicado en el mismo diario que "han bastado dos años de política llamada de consenso para que nuestra productividad sea la más baja de Europa, para que hayamos batido auténticas marcas mundiales en horas de trabajo perdidas, para tener una Administración semiparalizada, para que nadie invierta y cree nuevas empresas (...)".

En esas mismas fechas, señalaba que "hay una enorme masa de españoles que, esperanzados ante el cambio político, se sienten hoy decepcionados y defraudados; existen zonas del territorio nacional cuyos habitantes viven amedrentados por terroristas sin control y, en cuanto a la Constitución, ¿cuántos de sus artículos fueron debatidos en el Parlamento, que cabalmente existe para eso? ¿Es éste el precio de la democracia? ¿No será más bien el de una mala gestión de los asuntos públicos?".

Cinco meses después, afirmó en un artículo titulado El Parlamento, hazmerreir de nuestra democracia, que el consenso constitucional se hizo "a espaldas" del Congreso , lo que entrañó "el primer atentado al Parlamento".

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En mayo de 1979 reclamó, en la misma publicación, "una política clara, decidida, valiente y con miras nacionales" frente al "separatismo vascongado". "¿De qué vale hablar de autonomía si lo que se fomenta es separatismo con guerra revolucionaria incluida?".

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