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FRANCIA 98

La fiesta roza la tragedia

La alegría en los Campos Elíseos, empañada por la acción de una perturbada que atropelló a 80 personas

Los fastos franceses por la consecución del Mundial bien pudieron acabar la noche del éxito en tragedia sobre los Campos Elíseos parisinos. Sobre las tres de la mañana, y cuando más de un millón de franceses desataban su euforia en la famosa avenida, 80 personas fueron víctimas del nerviosismo de una aficionada perturbada y en tratamiento psiquiátrico. Al frente de su coche, una funcionaria de la Administración Pública que había salido a celebrar la victoria gala, intentó atravesar la masa que abarrotaba los Campos Elíseos y, presa del hormiguero humano, no acertó sino a acelerar su vehículo y a arrollar a 80 personas. Once de ellas resultaron gravemente heridas y tuvieron que ser evacuadas al hospital. Milagrosamente no hubo muertos. La mayoría sufren fracturas en las extremidades y lesiones superficiales en el cráneo pero sin riesgo para sus vidas. Las 69 personas restantes presentaban magulladuradas y contusiones múltiples.A pesar de la masiva concentración que poblaba la avenida, el dispositivo de seguridad y los servicios de auxilio pudieron actuar con gran rapidez al contar con la ayuda de los aficionados próximos al lugar del accidente. De este modo, los socorristas pudieron concentrar fácilmente a los heridos y auxiliarles.

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La agresora, atemorizada por el suceso, se presentó voluntariamente ayer por la mañana en un puesto de policía de Les Yvelines, localidad al norte de París y muy próxima a donde el actual campeón del mundo tenía instalado su cuartel de concentración, en Clairefontaine. Había llamado a su hijo, y éste la convenció para hacerlo. En su declaración, la funcionaria, de 44 años de años, confesó ser víctima de problemas psicológicos y del nerviosismo que la produjo el verse atrapada en la masa eufórica. Había dejado a una amiga en su casa y su intención era sumarse a la celebración. Claramente se desbordó. Tras abandonar el coche volcado anduvo deambulando por las calles varias horas.

Vehículos destrozados

Pero no fue la única en verse envuelta en serios problemas. Los contados aficionados que se aventuraron a acercarse en coche al Arco del Triunfo -los Campos Elíseos, como ya sucedió el miércoles pasado en la celebración del pase a la final, estaban cerrados a la circulación- vieron como sus vehículos se convertían en el blanco de los aficionados que no sabían cómo manifestar su euforia. Avanzar se convertía en una misión tan imposible como el evitar que el coche fuera tambaleado o asaltado por numerosas personas que, subida al capó o al techo, enarbolaban la bandera francesa. En la mayoría de los casos, y gracias a la alegría reinante, la situación no iba más allá de una discusión entre el conductor y los okupas, si bien muchos de los coches sufrieron algunos desperfectos.Pero en general la celebración se llevó a cabo en un ambiente cordial y deportivo. Los franceses se echaron a la calle, abarrotaron las calles y celebraron con cánticos y banderas la histórica victoria de su equipo. En el metro parisino, los pocos aficionados brasileños que se dejaron ver tras la derrota de su equipo eran consolados y aplaudidos por su buen comportamiento. Poco importaba que las estaciones que dan acceso a los puntos neurálgicos de la celebración estuviesen cerrados al público para evitar el colapso. La marcha a pie era una oportunidad para compartir alegrías.

En esta ocasión, los franceses tenían un excelente motivo para peregrinar en masa hacia el Arco del Triunfo. Allí, les esperaba el rostro proyectado de Zidane, el héroe de la noche, y un lema que rezaba: "La victoria está en nosotros". Sucesivamente, también se iluminaba el 3-0 que muchos aficionados habían ya grabado en sus rostros, un "campeones" o un gran "merci beaucoup". Una gigantesca camiseta de la selección colgaba de la fachada de un edificio próximo al famoso arco. La riada humana continuó la celebración durante toda la madrugada. Muchos no tuvieron alternativa puesto que, sin previo aviso, el servicio nocturno de autobuses que cubre la ciudad dejó de funcionar.

Nadie acertaba a explicar si los conductores se habían declarado en huelga o si bien, ante la imposibilidad de circular por numerosos puntos de la ciudad, decidieron no trabajar y unirse a la fiesta.

De este modo, el primer metro de la jornada de ayer, a las 5.30 horas, se convirtió de nuevo en aglutinador de la masa. Eso sí, el frío, la lluvia amenazante y toda una noche de desenfreno habían hecho mella y el cansancio superaba al júbilo en el rostro de los miles de aficionados.

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