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Tribuna
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Era su final

Zidane emergió para llevar a Francia al lugar que le corresponde

Ramon Besa

Hay partidos en que el resultado está escrito antes de jugarlos, y el de ayer era uno de ellos. Francia estuvo siempre más puesta que Brasil. Era su final. Igual que cuando Inglaterra conquistó la suya en Wembley en 1966. Ya lo dijo L'Equipe en vigilias del encuentro: "No organizamos los torneos para que los vayan ganando los demás". Y anoche les tocaba ganar a los franceses.El fútbol tenía una deuda histórica con Francia, y Brasil la abonó con gusto en feudo europeo, como toca desde el año 1958, cuando comenzó la historia mundialista del tetracampeón. Hasta Pelé apostaba un día más contra Brasil o, mejor, por Francia, y nadie se extrañó por ver en el palco a Platini, vestido con la zamarra de los bleus, celebrar el título como si estuviera en la cancha. Era su trofeo y el de Kopa y el de las generaciones de jugadores franceses que disputan el torneo desde hace 68 años.

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No era el de ayer el mejor equipo de la historia francesa. El fútbol no repara sobre quien salda las deudas (Cruyff no ha sido campeón del mundo ni la Quinta del Buitre ganó la Copa de Europa). Fue, sin embargo, el merecido vencedor. Puso mucho más interés. Brasil tonteó demasiado en el campeonato. Pensó que el ritual de la intimidación le valdría, y no le alcanzó para ganar la final.

La Copa del Mundo no es la Recopa, y Ronaldo no estaba ayer para jugar. Ya no figuraba en la primera alineación oficial que se facilitó tres cuartos de hora antes del encuentro. Llevaba un par de días sin entrenarse, pero respondía: "Me reservo para el partido". Ayer, sin embargo, pasó por el hospital antes de llegar al estadio, y los médicos le autorizaron a jugar a última hora. La organización cambió la hoja de las alineaciones y, al tiempo, informó de lo sucedido: pudo haber precipitación en el anuncio de los equipos, pero Ronaldo no decidió jugar hasta el final.

La ceremonia de la confusión brasileña no alteró para nada a los franceses. Ni siquiera cuando el árbitro marroquí Belqola (los brasileños exigían que sus partidos no fueran dirigidos por colegiados europeos) pasó por alto un penalti de Junior Baiano a Guivarch al primer minuto. Ha jugado el equipo de Jacquet todo el torneo a contrapelo, con la prensa huraña, la hinchada dormida, aguardando el jucio sumarísimo, y entonces emergió Zidane.

Harto de perder finales continentales, Zizou Zidane marcó la diferencia el día en que se jugaba el campeonato del mundo, pese a que sus goles llegaran de cabeza, a la salida de un córner, a la manera de un central. Nadie se lo reprochará. Zidane es hoy el símbolo del fútbol que quieren los buenos futbolistas y también de la nueva Francia multirracial.

Brasil abdicó a balón parado. Lo tuvo bien merecido. Pedirán ahora seguramente la cabeza de Zagalo. El propio entrenador, que ha sido campeón como jugador (1958, 1962), seleccionador (1970) y como auxiliar (1994), se había ofrecido para el sacrificio en la víspera de la final: "Esta selección no es ni de la federación ni de la comisión técnica sino sólo mía".

Thierry Henry fue mucho menos atrevido y más sincero: "Hemos jugado y ganado mil veces este partido en todas las máquinas de marcianos de los bares de París. Siempre te pones a Brasil como el rival a batir. Y ahora que le tenemos enfrente, de carne y hueso, no podemos fallar". Y Francia no falló. Ya hay un nuevo campeón, el séptimo que figura entre los titulares de la Copa del Mundo, y se ha saldado una injusticia histórica, tanta quizá como la que ha sufrido Jacquet. Quizá por el sufrimiento del técnico, Nicolas Sarkozy, secretario general del RPR, aseguró: "Chapeau Aimé Jaquet. El solo, contra los observadores, contra las modas, ha hecho prevalecer sus ideas. Reconozcamos que tenía razón. Es una buena lección. El trabajo de Jacquet cunde; no es un amateur de 35 horas".

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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