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Reportaje:

La quema de Judas

Tielmes convierte en fiesta una hoguera que mezcla lo profano con lo religioso

En la plaza principal de Tielmes se cruzaron ayer Judas, el Hijo Resucitado y la Virgen. Fue durante la procesión del Encuentro, peculiar ritual donde los haya, milenaria celebración que mezcla lo profano con lo religioso. La quema del Judas pone el colofón a la Semana Santa. Los quintos del pueblo (mozos que este año entran en la mayoría de edad) se encargan de la hoguera. Es el momento crítico, al que los jóvenes llegan ya mermados de fuerzas. A sus espaldas arrastran noches en vela y copa en mano dedicadas a fabricar la imagen del Judas simbólico (que este año ha sido el popular padre Apeles) y de plantar el álamo de la quema. Hasta que le prenden fuego, deben superar las trampas que les brindanios quintos salientes, que experimentaron lo mismo hace un año. Cerca de trescientas personas presenciaron la fiesta.A los mozos encargados de la quema del Judas se les llama juderos. Los de este año han sido 12 en Tielmes (1.973 habitantes). La mayoría tenía ayer los ojos vidriosos y el aliento áspero. A sus espaldas, una semana de penitencia, en la que se han dedicado, 11 más que nada, a emborracharse y a prepararlo todo para la quema", señaló uno. Pero alguno no había tenido bastante y ayer se desayunaba con un cubata en lugar de café caliente, mucho más aconsejable, dado el frío que hacía. Los mozos se pasaron la madrugada revistiendo los diez metros del álamo con ramujo de olivo y mostelas de sarmiento. Al tronco le dieron forma de cruz.

El alcalde Javier Ibáñez, del PSOE, apuntó que se ha limitado la altura del tronco (que ha alcanzado más de 15 metros) porque "un año se cayó contra una de las casas, de la plaza y quemó parte de un balcón y una farola". En otra ocasión se derrumbó sobre un niño, pero no le alcanzó porque cayó de canto y golpeó en el suelo con uno de los brazos de la cruz, de forma que el chico quedó a salvo en el hueco.

Para clavar el tronco del Judas, los mozos perforan, a golpe de pico, una capa de 40 centímetros de hormigón en mitad de la plaza del pueblo. Luego excavan un hoyo de unos dos metros de profundidad por otros tantos de diámetro. "Ésa es la prueba de madurez que deben pasar. Tienen que echarle riñones", señaló el alcalde. "Pero este año les han prestado una excavadora", criticó Vidal, un pintor de fachadas que fue judero hace 11 años. El alcalde justificó la medida: "Es que a las siete de la mañana, después de cavar durante toda la noche, los quintos salientes les taparon el agujero". Un año, los juderos engañaron al conductor de un seiscientos y le colaron en el hoyo. "Gritaba: ¡sacadme de aquí!", se jactó un joven que participó en la trampa.

Los mozos acabaron la fiesta ayer con una parrillada.

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