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FÚTBOL SEMIFINALES DE LA LIGA DE CAMPEONES

A un paso de la final

El Madrid se impone con entusiasmo y un juego discreto a un decepcionante Borussia

Santiago Segurola

Al Madrid le bastó un ejercicio discreto para alcanzar un resultado que debe colocarle en la final de la Copa de Europa. El Borussia, disminuido por la ausencia de sus mejores jugadores, tuvo la misma pinta que el Bayer Leverkusen: un equipo alemán de medio pelo, con la mayoría de sus jugadores en el crepúsculo. de su carrera. Con entusiasmo en el primer tiempo y sin grandes cosas en el segundo, el Madrid marcó la diferencia real entre los dos equipos.El Madrid hizo todo por enchufarse al partido, aunque se le pasó un poco el arroz después del vergonzoso incidente que obligó a aplazar el comienzo del encuentro durante 75 minutos. Una pandilla de ultras se subió y zarandeó la red de seguridad situada tras el fondo de sur. Estaba clara la posibilidad de un desastre que se consumó y retrató la situación actual en el Real Madrid: un grupo de salvajes que ponen en evidencia al club sin que la institución adopte las medidas correspondientes; la inexplicable actitud de la policía, que permitió un suceso que pudo tener consecuencias mayores; la chapucera respuesta al problema, que habla de la falta de previsión en el Madrid: no había porterías para salvar un caso de emergencia. Durante una hora, en Chamartín se reeditó la España cañí con todos sus derivados: la insolvencia en las soluciones, la falta de eficacia, el carácter tragicómico del problema. La chapuza colosal.

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El incidente debería poner fin al imperio ultra en el estadio madridista, porque el suceso tendrá repercusiones graves para el club, que esta vez no tendrá excusas para proteger a un grupo que se destaca precisamente por compro- meter, la buena imagen de la entidad. Además pudo poner en peligro al equipo" que había entrado al partido entre el clamor de su gente. Cuando regresó una hora más tarde, el entusiasmo se había rebajado y las condiciones para la victoria eran sensiblemente peores. Por fortuna para el Madrid, su rival manifestó todas las carencias previstas en un equipo enveje cido y expoliado por las lesiones. Con decir que le faltaron todos sus internacionales -Sammer, Kohler, Moller y Heinrich- ya es suficiente. El equipo se armó para salvar los muebles y puede decirse que lo consiguió.

No se puede hacer reproche alguno a la actitud de los madridistas. Se metieron a conciencia en el partido, casi con un punto excesi vo de entusiasmo, que se advirtió en el corte demasiado acelerado del juego y en la sobre abundancia del individualismo. En ese afán, el Madrid perdió orden y precisión. Pero incluso desde el atropello, el Madrid estuvo muy por encima del Borussia.

El encuentro salió confuso y así terminó. Pero hubo una notable diferencia entre el entusiasmo casi delirante del Madrid m, el primer tiempo y la caída de tensión que sufrió en la segunda parte. La lesión de Mijatovic añadió un problema decisivo. Sin Mijatovic, el Madrid perdió pujanza, creatividad y un jugador capaz de armar desde la media punta. Raúl no asumió esa responsabilidad durante todo el partido, otra vez espeso y desconcertado, sin capacidad para encontrar el filo a su juego. Pero la debilidad del Borussia tapó la mayoría de las carencias del Madrid, que se impuso en el primer tiempo por coraje y en el segundo porque sacó rédito del desgobierno general.

El Borussia permitió una libertad impensable. Ni presionó, ni defendió, ni atacó. Aguantó el chaparrón como pudo, con la esperanza de, sacar un resultado, poco lesivo. Pero sus concesiones fueron excesivas incluso para este Madrid mediano, aunque enchufado. Lo mejor del Madrid llegó más por lo individual que por lo colectivo. Por encima de todos se elevó Sanchis, con una actuación gigantesca. Adivinó, encimó,quitó, salió con categoría, con la autoridad de sus mejores días. Un partido glorioso de Sanchis.

También fueron apreciables algunas incursiones de Roberto Carlos ,el corte profesional de Redondo en la dirección del juego y la activididad incesante de Karembeu. Con eso y la dedicación general, el Madrid superó con bastante facilidad a este Borussia disminuido. Sólo comprometió a IlIgner en un error de Roberto Carlos.

Al Madrid le faltó instinto y contundencia para acabar definitivamente con el Borussia. Pero el resultado es bastante goloso, de esos que siempre parecen suficientes en Europa, aunque siempre el fantasma alemán siempre impone respeto en el Madrid. Pero las cosas como son: alemán o lo que sea, el Borussia está en las últimas.

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