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FÚTBOL 30ª JORNADA DE LIGA

El Deportivo descubre África

La conexión marroquí facilita la victoria gallega ante un buen Zaragoza

Xosé Hermida

Consumida la capacidad de sorpresa de los brasileños, frustrada la nueva vía uruguaya y reducida a la mínima expresión la presencia nacional, el Deportivo halló ayer una nueva ruta. La victoria llegó del norte de África, firmada por Hadji, un futbolista que llevaba tres meses esperando el permiso para jugar, y Bassir, una flecha del desierto que resolvió el partido cuando todo apuntaba a que el Zaragoza dejaría algún disgusto en Riazor. La aportación marroquí devolvió al Deportivo cierta tranquilidad de ánimo tras la perturbación de su derrota en Mérida. El Zaragoza no' fue peor pero se derritió ante la portería.A veces da, la impresión de que para el Deportivo marcar un gol es más una condena que una bendición. Mientras el resultado le acucia, el equipo de Corral mantiene cierto talante abierto y un mínimo interés por enarbolar la bandera del fútbol. Pero cuando llega el gol, el Deportivo se da por satisfecho, abandona sus propósitos y todo deviene en mediocridad.

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Ayer, en una tarde de marzo disfrazado de agosto, las circunstancias invitaban a pensar que Riazor podría sacudirse esa lobreguez que le ha afligido durante el invierno. El gol no se hizo esperar más de 10 minutos y resultó magnífico: un centro muy preciso de Hadji que cabeceó Flavio con potencia y decisión. La presencia del marroquí, titular por primera vez en Riazor, fue de lo poco bueno que ofreció el Deportivo. A falta de que el tiempo confirme las impresiones iniciales, a Hadji se le ve buen toque, ganas e instinto en los metros finales.

Pero tan pronto llegó el gol, el Deportivo se quitó de enmedio. El Zaragoza llevó la presión hasta el borde del área, que a partir de ese momento se convirtió en un infierno para el Deportivo, aquejado de una inseguridad enfermiza cada vez que trataba de elaborar la jugada desde atrás. El Zaragoza, un equipo correcto, disciplinado y con un fútbol de buen gusto, se ensenoreó del partido. Sólo la torpeza de Pier, quien falló una ocasión asombrosa tras una excelente jugada entre Kili González y Solana, le impidió trasladar al marcador lo que estaba sucediendo en el césped.

Tal vez le faltó al Zaragoza un punto más racial, una pizca de pasión para sacar provecho de su dominio sobre el juego. En el Deportivo, la papeleta la volvió a resolver Hadji, con un formidable pase a su compatriota Bassir, recién ingresado en el campo. De Bassir poco se ha podido saber en A Coruña desde que llegó el pasado verano. De lo que sí había constancia era de su rapidez, que le bastó para burlar a toda la defensa y al mismo portero. Ni así se sintió cómodo el Deportivo. El Zaragoza perseveró en ataque, Aguado redujo distancias y Riazor vivió con el corazón acelerado hasta el minuto final.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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