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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La realidad de ETA

DOS O tres personas -quienes ahora dirijan ETA- han ordenado asesinar a otro concejal vasco del PP, el tercero en seis meses, y los pistoleros han obedecido sin rechistar. Tampoco han rechistado los miles de seguidores de HB que el otro día se manifestaron pidiendo soluciones políticas, no policiales. Hoy leeremos en su periódico que la responsabilidad de esta nueva desgracia es del Gobierno y los partidos, por, su intransigente negativa a plegarse a las exigencias de esas dos o tres personas que deciden sobre la vida de los demás. José Ignacio Iruretagoyena ha pagado con la suya su negativa a aceptar a los terroristas autoridad para decidir de qué listas electorales se puede formar parte y de cuáles no. Los síntomas de disidencia tímidamente aflorados en el entorno de ese mundo y las insinuaciones sobre terceras vías han sido acallados por la vía rápida- habitual.El que se encarga de los comunicados escribió hace tres semanas que todos "los representantes políticos del PP, hasta el último concejal", están "implicados hasta el cuello en la guerra para destruir a Euskal Herria como nación". ¿Compartirán los concejales de HB de Zarautz esa acusación y la condena a muerte contra su compañero asesinado? Si no la comparten, que lo digan. Mientras no lo hagan será imposible no pensar que es el miedo lo que sella sus bocas. Porque en Euskadi el valor está del lado de quienes aceptan entrar en las listas de los partidos democráticos, y la cobardía, en el campo de quienes no se atreven a romper con ETA y HB. Algunas personas consideraban ayer incomprensible que ETA hubiera atentado contra un hijo del pueblo, alguien que hablaba euskera y tenía incluso lazos familiares con simpatizantes de HB. Sin embargo, todos los crímenes de ETA son injustos, cualquiera que sea la víctima.

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Pese a ello, no han faltado voces dispuestas a compensar su condena del crimen con consideraciones que saben muy apreciadas por quienes lo ordenaron. Como ésa, reiterada ayer en alguna tertulia radiofónica, de que el problema es el déficit democrático resultante de no haber celebrado en Euskadi un referéndum de autodeterminación al inicio de la transición. Se eligió, por diversas circunstancias, otra fórmula de alcanzar el autogobiemo, y más de veinte elecciones han demostrado quees plenamente respetuosa con el pluralismo vasco. Porello, el único déficit democrático existente en Euskadi es el que resulta de la intervención criminal de ETA: contra UCD en su día, contra los socialistas más tarde y ahora contra el PP; contra cualquier partido que se haya enfrentado a sus delirios desde el Gobierno. Ahora son, los 166 concejales vascos del PP los que están bajo amenaza expresa de muerte. Ésa es la alternativa democrática de ETA.

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Hay una incoherencia cierta en afirmar que ETA y HB practican "un fascismo de libro" y sin embargo contabilizar como propios los votos de HB para demostrar que existe una mayoría nacionalista. Se comprende que los nacionalistas no violentos se ofendan cuando se les responsabiliza de los crímenes y demás agresiones de ETA y su entorno, que también afectan a las sedes y afiliados del PNV y EA. Sin embargo, después de tantos años de democracia y autonomía, es irresponsable cuestionar permanentemente el marco institucional cuando hay constancia de que ETA interpreta ese discurso en términos de legitimación.

Desde los sectores que desde hace años contraponen medidas políticas a policiales se insinúa la conveniencia de "gestos de distensión" para estimular los indicios de flexibilización que decían haber detectado en ETA o HB. Los moderadísimos síntomas de disidencia que han trascendido siguen atribuyendo al Gobierno y a las fuerzas democráticas la responsabilidad de la violencia, y lo único que cuestionan es la eficacia de ciertos atentados. No es que consideren injusto asesinar concejales, sino que critican esta estrategia porque con ella se está alimentando la cohesión de los enemigos. Pero si es la inutilidad de sus crímenes lo único que conmueve a ese mundo, lo que habrá que hacer es dejar claro que ningún partido democrático accederá a cambios políticos derivados de una negociación política con ETA. Lo contrario de lo que ha venido haciéndose y siguen auspiciando los equidistantes.

El momento es de resistencia y unidad democrática. Por eso resulta absurdo que personas con responsabilidades públicas como el delegado del Gobierno en el País Vasco aprovechen la emoción del momento para cargar culpas sobre la Ertzaintza por no proteger más eficazmente a los ediles del PP. ¿Aceptaría acusaciones equivalentes contra la policía o la Guardia Civil cuando los atentados ocurren fuera del País Vasco? Por supuesto que hay que extremar la seguridad y no dar facilidades a los terroristas, pero, si hubiera un policía autonómico tras cada concejal, ETA asesinaría a sus hijos. Ésa es la realidad de ETA.

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