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En defensa del pequeño televidente

El código de protección a los menores de la TV italiana desata la polémica

Dos días después de que Luigi Chiatti, asesino convicto y confeso de dos niños, conocido como el "monstruo de Foligno", apareciera explicando su hazaña en las pantallas de la televisión pública italiana, los directivos de las principales cadenas firmaban un esperado acuerdo en Roma, en la sede del Gobierno de la nación. Espoleados por la ola de pánico que ha estremecido a la opinión pública italiana tras el asesinato del niño Silvestro Delle Cave, a manos de dos pederastas, los responsabIe de los grandes medios audiovisuales han adoptado un código que limitará la emisión de escenas violentas, particularmente en los informativos, en la pequeña pantalla. La decisión ha sido acogida, sin embargo, con escepticismo y desconfianza por los expertos."Ser capaz de autolimitarse es una de las cualidades de la democracia". Romano Prodi, primer ministro italiano, saludó así la firma el miércoles pasado del nuevo Código de Autorregulación por el que las televisiones italianas establecen de mutuo acuerdo una "careta protegida" entre las 7.00 y las 22.30 horas del día para evitar el daño moral a los menores. Durante ese largo intervalo de 15 horas y media, los telediarios se abstendrán de mostrar secuencias "particularmente crudas, brutales, o que puedan crear turbación o deseos de ser imitadas en los niños". Tampoco se podrá entrevistar a menores implicados de cualquier manera en un delito, o a aquellos cuyos familiares están presos. Se evitará el sensacionalismo, incluso a la hora de ilustrar casos médicos, con el ejemplo de menores disminuidos. En cuanto a las películas, deberán obtener el visto bueno de un comité específico que funcionará en cada empresa televisiva. La cadena que no cumpla este código se arriesgará a ser condenada por una especie de " tribunal ético" que será creado a tal fin.

Las reacciones al código no se han hecho esperar. "Es el triunfo de la hipocresía", declaraba indignada la columnista Miriam Mafai desde las páginas del diario La Repubblica. "El mundo, entre las 7.00 y las 22.30, deberá aparecer, por lo tanto, de acuerdo con las intenciones de quienes han firmado este código, como el lugar de la serenidad y de los buenos sentimientos, en el que no existe ni la violencia ni el mal" .Otros expertos, todavía más escépticos, han recordado que el nuevo código tiene poco de nuevo. "Se trata del decimotercer intento de regular el tráfico de niños entre los diversos canales, gracias a semáforos, accesos prohibidos, direcciones únicas e islas protegidas", señalaba con humor en el mismo diario romano Gualterio Peirce. Intentos, recordaba, que han quedado apenas en eso, en decálogos de buenas intenciones. Psicólogos y expertos en el estudio de los efectos de la televisión en los niños mostraban la misma desconfianza en el papel tutelar de un medio por definición, abocado al espectáculo, condenado a presentar los hechos a la luz de lo llamativo". Es la televisión, a juicio de los estudiosos, la que de forma cínica explota al menor. "Hay que ayudar a los niños a comprender que el sexo y la violencia son parte de la vida", declaraba al Corriere della Sera el sociólogo Glanni Losito, "pero una comprensión correcta depende mucho de cómo se planteen estos temas"

Anna Oliverio Ferraris, psicóloga de la edad evolutiva, que estudia desde hace años los efectos de la invasión de la pequeña pantalla en nuestra sociedad, emitía en el mismo diario un juicio definitivo sobre tan poderoso medio. "La realidad es que, en general, la televisión usa la violencia para atraer la atención". "Después de todo", añadía la psicóloga, "no es más que una máquina para vender.

Dominada y regulada por los patrocinadores, la gente del espectáculo y las audiencias".

Y no sólo eso. El efecto benéfico de la franja protegida es puesto en duda por los fríos datos de Auditel, la empresa que mide las audiencias, según las cuales, no menos de 800.000 menores italianos -es decir, con menos - de 18 años de edad- ven la televisión hasta la madrugada.

En medio del fragor crítico, la psicóloga Anna Oliverio expresa, al menos, una opinión favorable. "En el código hay observaciones importantes. El no a las entrevistas con niños era algo que estábamos esperando desde hace tiempo". Lástima que, en cambio, "no se haya limitado la publicidad". Lo cierto, concluye la psicóloga, "es que en esas 15 horas y media protegidas nuestros niños se verán bombardeados por millares de anuncios".

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