_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Cómo hemos llegado hasta aquí, y qué nos espera?

Tras las caídas en las bolsas del sureste asiático, el nerviosismo se extendía ayer a los países latinoamericanos, con descensos que alcanzaban durante la sesión más del 14% en Brasil y cerca de un 12% en México y de un 9% en Argentina. Llegaba incluso a la Bolsa de Nueva York. Merece la pena no dejarse llevar por la tendencia y detenerse un momento para considerar las causas de la situación actual.La pérdida de confianza en Tailandia, con una fuerte revisión a la baja de las expectativas de crecimiento y una escasa credibilidad de su política, dio lugar a la crisis del baht hace unos meses. Esta crisis afectó a países del entorno como Filipinas, Indonesia o Malaisia, ante el temor a una depreciación a medio plazo por la alta inflación, el elevado déficit corriente y la velocidad a que crecía su endeudamiento. La bola de nieve creció ante las dudas sobre la evolución de Hong Kong en estas circunstancias, así como por el temor a un desplome de los precios de los activos (inmobiliarios entre otros) tras la fuga de dinero e inversores que ha tenido lugar con la devolución a China, lo que puso al dólar del Hong Kong bajo presión y dio lugar a medidas excepcionales para defender la moneda, que presionaron, de nuevo a la baja, a las bolsas.

Más información
Cuatro meses de tempestad financiera en Asia
Los capitales internacionales buscan refugio en los bonos de EE UU y de Europa

Llegados a este punto, se observa una reestructuración de las carteras: los gestores abandonan el sureste asiático -mercado habitual en el que buscaba escasa correlación con EE UU y Europa así como un plus de rendimiento-, en busca de refugio en los mercados de deuda, en especial en EE UU, con una apreciación del dólar hasta los 1.79 marcos alemanes en momentos puntuales. Al tiempo, el mercado reconoce el peligro para las empresas relacionadas con artículos de lujo (para algunas de ellas, Hong Kong suponía casi un 10% de su mercado), así como para determinados bancos que operan en la zona. Esto detona una correlación en las bolsas europeas y mundiales que se venía esperando desde hace algún tiempo.

Tras esto, el mercado desconfía de la zona latinoamérica, en la medida en que puede ser candidata a un ataque. A ello se junta una revisión a la baja de las expectativas de los mercados, en especial bancos y telecomunicaciones, tras la decisión de EE UU de rebajar, unilateralmente, las tarifas de interconexión, lo que se traduce en más pagos de Latinoamérica a EE UU por las llamadas realizadas. Y así llegamos al nuevo efecto tequila, en el que la crisis se extiende a los países emergentes del cono sur.

De cara a los próximos días (¿semanas?), aún queda volatilidad por delante mientras el mercado se hace más selectivo en sus planteamientos y serán los grandes indicadores en los principales mercados los únicos que puedan frenar la bola de nieve. De hecho, se espera con interés la presentación de las previsiones y política monetaria por Alan Greenspan ante el Congreso de Estados Unidos mañana. Con todo, la presente corrección -temida aunque esperada- lleva a una limpieza de las carteras y devuelve a los bonos parte del atractivo que habían perdido ante las espectaculares ganancias de algunas Bolsas en los meses pasados, con lo que se retorna a cierto equilibrio a largo plazo. A medio plazo, las expectativas de crecimiento en Europa siguen apoyando una recuperación de los mercados.

En cuanto a los países emergentes, las grandes carteras aún están reestructurándose, reduciendo la exposición a Bolsa y aumentándola en bonos y líquidez; por ello, la volatilidad perdurará aún cierto tiempo, ya que el mercado cuadrará primero el grueso de la cartera antes de reorganizar la parte que les dedicaba. Con todo, a medida que emergen y aumenta la correlación con los países de su entorno, descubrirán que el mercado no se satisfará sólo con crecimiento, sino exigirá cada vez más calidad.

Alfredo J. Urrutia es economista jefe de la sucursal en España de Société Générale.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_