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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Educación sólo para ricos

Mi hijo, estudiante de filología árabe, decidió matricularse en la Escuela Oficial de Idiomas del barrio de Moratalaz para ampliar sus conocimientos de idiomas en francés e inglés, examinándose para obtener el grado de conocimientos en inglés en el mes de mayo pasado, con el resultado de segundo curso, no así de francés, decidiéndose por el primer curso.Cuál no sería su sorpresa al llegar el día 2 de septiembre y verse en la lista de espera de los mencionados idiomas, ya que había menos plazas que solicitudes, obteniendo unos números imposibles de alcanzar los

de admitidos. Si la idea en su día era la de descongestionar la escuela central, no lo han conseguido, ya que el número de plazas dadas para los barrios son de risa, el interés de los estudiantes por solicitarlas es bastante mayor, aunque estos estudiantes vivan en barrios populares.

Los baremos descritos en las solicitudes no sé si dan risa o ganas de llorar, ya que en todos ellos limitan los posibles puntos y las posibles reclamaciones posteriores para poder obtener una puntuación total alta, y así estar en las listas de admitidos. En el caso de mi hijo, en concreto, el baremo obtenido en inglés es de tres puntos.

Ni siquiera puedo reclamar, ya que en la coletilla de los baremos de las solicitudes pone que, al estudiar en su carrera el mismo idioma que solicita, se considera que ya es bastante, con lo cual no obtiene ningún punto,

aunque él considere que es mejor prepararse ampliando sus conocimientos.

No así en francés, que obtiene cinco puntos al no tener ese idioma como asignatura en su carrera, pero sí querer aprenderlo, y al ser un idioma diferente si le dan la puntuación baremada.

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Pero tampoco obtiene plaza llegando al tema del baremo de renta, pues al ser yo funcionaria (trabajadora de a pie, sin ningún cargo), duplico más del salario mínimo, entonces le dan cero puntos por tal motivo, y después de tantos años trabajando descubro, y yo sin saberlo, que soy rica y con disponibilidad económica.

Esta carta es como el dicho popular, es el recurso del pataleo, pues me siento impotente e indignada, pues todo son pegas y problemas para que un joven, eso sí, pobre, pero no de solemnidad, tenga derecho a recibir la misma educación que otro joven con dinero que nunca tendrá esos problemas, pues irán a instituciones, universidades, colegios, etcétera, privados, y eso que ya lo dice la Constitución: "Todos los españoles son iguales". Sinceramente, y con mucha tristeza, produce llanto-

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