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FUTBOL. SEGUNDA JORNADA DE LIGA

El Barça explota las facilidades del Valencia

Anderson, Rivaldo y De la Peña propulsan al liderato al equipo azulgrana

Santiago Segurola

El Barça hizo caja en Mestalla con una eficacia superlativa y con un juego discretísimo. Sólo ofreció algunos apuntes al final del partido. Pero fue una aparición un poco ventajista, porque el Valencia se había autodestruido antes: en los tres goles que concedió graciosamente, en la expulsión de Carboni en el primer tiempo, en la esterilidad de sus numerosos remates. Todo eso y la ausencia de la mitad de los titulares. Sin embargo, el Valencia jugó razonablemente bien y sobrepasó al Barça con bastante facilidad. Pero hay cosas inevitables. Si Javi Navarro, por ejemplo, se empeña en equivocarse y regalar el partido, eso no tiene remedio.Valdano camufló como pudo el grueso parte de bajas de su equipo. Lleno el equipo de centrocampistas porque no tuvo más remedio y esperó que los segundos líneas hicieran el trabajo de gente como Romario y Ortega. Pero la naturaleza es la naturaleza, y los delanteros lo son por algo. Si están en el área, hacen cosas que generalmente les están vetadas a los mediocampistas. Como en el fútbol hay algo de geografia, el área es el hábitat natural de los delanteros. Cualquiera que quiera sustituirlos se sentirá incómodo, como se apreció en el Valencia, que jugó mejor, tuvo más oportunidades y puso en gravés aprietos al Barça. Pero no fue suficiente. Hubo mucho tiroteo de larga distancia y llegadas masivas de los medios al área azulgrana, pero aquello no se concretó en nada. Fuera de su elemento, gente como Farinós sufrió para cerrar jugadas sencillas para un especialista en el área. Falló en un par de controles que le hubieran dejado el gol a tiro. A Farinós se le disparó el pulso porque el área no es su sitio. Es el lugar de los delanteros. Y el Valencia no tuvo ninguno.

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Todo lo que sucedió en el partido lo protagonizó el Valencia. Lo bueno, que fue bastante, y lo malo, que fue poco pero decisivo. Si el equipo fue generoso para jugar y tuvo recursos para tapar los agujeros de los ausentes, el Valencia fue víctima de su tendencia autodestructiva, que se apreció desde el comienzo del partido. Javi Navarro defendió de manera espantosa un centrito de Figo y convirtió una jugada irrelevante en el primer gol del Barca. Se atarugó, tropezó, despejó fatal y dejó la pelota a Anderson, que hizo lo de los delanteros: aprovechar la ocasión. Es decir, todo lo que no hicieron los jugadores del Valencia en su largo asedio a la portería de Hesp, que fue el protagonista de su equipo.

El capítulo de calamidades del Valencia fue exhaustivo. Concedió de forma simplona el primer gol, el segundo y el tercero, que fue otro estropicio de Javi Navarro. En el segundo, Zubizarreta debió acompañar a Luis Enrique y no lanzarse al suelo, porque el penalti era seguro, como así sucedió. Fue la segunda llegada del Barca al área y el segundo gol. La máxima producción con el mínimo fútbol. Porque el Barca reprodujo sus defectos anteriores. Es un equipo sin armar, débil en el aspecto táctico y apenas reconocible en su fútbol. Se supone que es un equipo que necesita de la pelota, pero en Valencia no la tuvo. Y sin el balón, el Barça es un conjunto sufriente, expuesto a gravísimos daños.

Si alguna cualidad tuvo el Barça fue la del espectador. Asistió complacido a la autofiagelación del Valencia, que cedió goles y perdió jugadores por el camino. Carboni pateó innecesariamente a Figo en dos ocasiones y se fue a la ducha antes del descanso. Será italiano y experto, pero Carboni actuó como un chiquillo. Su expulsión apuntilló al Valencia, que todavía tuvo valor para lanzarse contra la portería azulgrana en el arranque del segundo tiempo.

Hasta que el partido se puso imposible para el Valencia, su fútbol fue muy meritorio. Jugó con la decisión que le faltó al Barça, dispuso del balón y llegó con una facilidad impensada, en gran medida porque el Barça defiende mal. Tanto que Saib, Farinós, Gerard y Carioca se encontraron en situaciones francas frente a Hesp, que actuó con solvencia y serenidad en los tiros largos de los locales.

Fuera de Hesp, nadie del Barça hizo grandes méritos. Sólo al final del encuentro, cuando el Valencia estaba destruido física y anímicamente, el equipo azulgrana se dio al toque y al lujo con De la Peña y Rivaldo. Pero ese trecho del partido no sirve para medir a un conjunto que sufrió demasiado, que no dejó ningún rasgo interesante y que todavía está en un periodo inicial de formación. La propuesta de Van Gaal, que es muy interesante, está en una fase de laboratorio. Hay piezas que están desubicadas, conceptos poco elaborados y una sensación constante de fragilidad. Pero a última hora tiene jugadores espléndidos, como Figo, que echó a Carboni, o Rivaldo, o De la Peña. Gente que decide. Precisamente la gente que no tuvo el Valencia.

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