_
_
_
_
FÚTBOL 39ª JORNADA DE LIGA

Ronaldo deja la Liga emocionante

El Barça echa el aliento al Madrid tras derrotar al Deportivo con un gol del brasileño en el último minuto

Àngels Piñol

Ni un guionista podía haberlo hecho mejor. Ronaldo tuvo una despedida de cine. Corría el minuto 90, el Barça veía cómo la Liga prácticamente se le iba y Ronaldo, que no había hecho gran cosa hasta entonces, eligió ese momento para emerger como un gigante. El brasileño había caído, recogió un rebote, se levantó, tomó la pelota, la ató a su bota, corrió hasta el área y fusiló a Songo'o. El Camp Nou enloqueció. Vio cómo se le daba la vuelta a un partido terriblemente difícil. Fue un delirio similar al del remonte ante el Atlético en el memorable partido de Copa.Ronaldo se irá hoy y deja al Barça vivo. Los azulgrana, que estuvieron a. punto de morder el polvo ante un sólido Deportivo, el equipo menos goleado del campeonato, cumplieron su objetivo: tienen asegurada. ya la plaza para la Liga de Campeones y se sitúan a dos puntos del Madrid. El turno toca esta tarde en San Mamés.

Podrán acusarle de pensar sólo en su contrato, de tener la mente en Brasil y de jugar siempre solo. Pero Ronaldo marca, por encima de todos, la diferencia. Fue él quien desequilibró la balanza entre el equipo más goleador y el que tiene la portería menos perforada. El brasileño jugó ayer su último partido en. el Camp Nou, todavía no se sabe si de la temporada -hay dudas de si abandonará su selección para estar ante el Hércules- y se desconoce si ayer se despidió como azulgrana. Su gol refuerza a quienes repudian, como el mismo Robson, su posible marcha al calcio. Pero él, posiblemente, no atienda a más razones que a las de su ficha. Ronaldo ha dejado la pelota en el tejado de Núñez. Hay detalles que delatan: prefirió al final del partido saludar a sus compatriotas del Deportivo mientras sus compañeros aplaudían desde el centro del campo al público. Y cuando la afición coreó su nombre, él optó por alzar la mano en una tímida despedida.

El Camp Nou vivió el mismo principio y el mismo final. Tenía ganas de fiesta después de dos semanas de éxitos. La celebración del título de la Liga de baloncesto y la Recopa del equipo de fútbol auguraban una buena noche. Pero Renaldo avisó que el Deportivo no había viajado a Barcelona para sumarse a los festejos. No tardó ni dos minutos en helar el estadio y dejar sentado que el partido iba a ser a cara de perro. El aviso de Renaldo, frustrado por un impecable Baía, devolvió a la tierra al Barça. Llegaron minutos de un fútbol rápido, fácil, que adivinaba el gol. La defensa del Deportivo, con varios fallos estrepitosos, ayudó. Menos lo hicieron los azulgrana. Figo y Ronaldo -por dos veces- erraron ocasiones más que cantadas. Los gestos revelan cosas. Y el individualismo, más. Figo estiró de las orejas a Iván de la Peña por no ver cómo se desesperaba solo en la banda y Luis Enrique hizo lo propio con Ronaldo. Sólo el delantero portugués y Abelardo estuvieron a punto de marcar.

El Deportivo, pese al acopio de su técnica, no intimidó mucho más a Baía. El gol no llegaba, la grada se irritó y Ronaldo acumuló cierta ira. Parecía más cerca de Brasil -en el Deportivo jugabán ayer seis compatriotas suyos- que del Camp Nou. No estaba dando la justa medida de su despedida. Escuchó abucheos y muchos debieron acordarse de su aumento de sueldo y de que quizá era su despedida definitiva. Sin Ronaldo entonado y con Guardiola ocupándose más de las tareas defensivas -quedó emparejado con Rivaldo-, el Barça se fue perdiendo.

El Barcelona vive de la inteligencia del centrocampista y de los goles del brasileño -se negocia la continuidad de ambos- y, sin ellos, se queda sin dirección. El grupo de Robson sufrió un importante colapso de ideas mientras el Deportivo se asentó, tejió su tela de araña a la espera de que un destello de su técnica le permitiera dar el golpe de gracia.

Sueños enloquecidos

Los sueños de unos y otros enloquecieron el partido. El Barça apuraba sus aspiraciones en la Liga y el Deportivo las suyas en la Liga de Campeones. Alberto Silva se la jugó y el Deportivo se estiró. Las ocasiones se sucedieron de portería a portería. Ronaldo se encontró varias veces en la misma situación: solo, en el área, escorado a la derecha, chutando inocentemente sin ver ni a Óscal primero ni a Figo después. El mayor de los García envió un balón al poste y Rivaldo falló solo ante Baía. El partido se calentó y Díaz Vega, con un singular pasado con sus relaciones con el Camp Nou, llegó a provocar hasta la ira del flemático Robson, el técnico fuerte. El reloj corría y Robson se la jugó dando entrada a Stoitchkov y retirando a un defensa, Ferrer, para revolucionar el partido. Pero el recambio no sirvió de mucho. El público se excitó ante la entrada del búlgaro, a quien dispensó la misma ovación que a Begiristain, uno de los ex miembros más queridos del dream team. Flavio tuvo el gol de la victoria en sus botas y el Barça fue presa de los nervios. Llegaron, errores, fallos y ni una ocasión más. El público se desesperó y empezó a desfilar despidiéndose de la Liga. Fue entonces cuando Ronaldo hizo el mejor regalo. Marcó y se fue alargando el suspense de la Liga.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_