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Entrevista:

"IU puede acabar en oposicion a los sindicatos en vez de al Gobierno"

Miguel Ángel Noceda

El secretario general de UGT ha logrado frenar la subida de ácido úrico que le produjo la tensión de las negociaciones para la reforma laboral. Ahora, relajado y contento, sólo tiene un objetivo, firmar el acuerdo y descansar unos días en algún lugar de Almería. Méndez advierte al Gobierno que debe aprovechar el viento que sopla a su favor, dado que puede cambiar en un año, y felicita a la patronal por comprender la trascendencia de la contratación indefinida.Pregunta. ¿Cómo ha explicado dentro del sindicato la reforma para obtener tanto respaldo, 139 votos a favor y uno en contra?

Respuesta. El mensaje es sencillo, un acuerdo que tiene un contenido solidario, equilibrado y útil para resolver uno de los problemas de los trabajadores, la precariedad en el empleo. Precisamente, a superar esta situación y fomentar la contratación indefinida es hacia donde se dirige este acuerdo. En segundo lugar, nosotros tenemos la tranquilidad de que estamos defendiendo un acuerdo que es una confirmación de la política sindical que desde principios del año pasado venimos desarrollando. Otro elemento importante es que no podemos equivocar la diana del acuerdo. No va dirigido a trabajadores con contrato fijo, porque no les afecta. Va dirigido a los trabajadores que están en la cola del paro, a los que tienen contratos de horas o días y a la juventud específicamente, porque se diseña un contrato auténticamente formativo para aquellas personas que, tras salir del fracaso escolar, necesitan una segunda oportunidad.

P. El apoyo en UGT es mayor que en CC OO...

R. Nosotros hemos desarrollado un proceso de información amplio y la propuesta se vincula bien a nuestras iniciativas sindicales. Se mejora la situación de los jóvenes, de los parados de larga duración o de los mayores de 45 años, que es el colectivo que de verdad está en el basurero del mercado laboral.

P. ¿UGT ha superado de una forma más sencilla las críticas internas?

R. Nuestro conflicto tenía una imagen más desagradable, pero era más fácil de superar porque no afectaba a los contenidos esenciales de la política sindical de UGT. Había un conflicto de poder, pero no de fondo. Era mucho más fácil de superar a medio plazo, como se ha demostrado.

P. ¿No cree que hay excesiva euforia en torno al acuerdo y a sus efectos sobre el paro?

R. Eso me preocupa extraordinariamente, porque a este acuerdo no se le pueden atribuir propiedades taumatúrgicas que no tiene. Debemos tener un especial cuidado en enviar un mensaje a la sociedad en el sentido de que no es la base para la generación de empleo. Ahora, no es menos cierto que abre las puertas a la generación de empleo, porque genera confianza, porque fomenta la contratación indefinida, porque refuerza el crecimiento económico, la demanda de consumo del país. Porque la demanda de consumo no está tanto en función de la retribución mensual de un trabajador. Se pueden tener buenos salarios , pero si no se aporta a un banco una nómina respaldada por un contrato indefinido no se tendrá un crédito para una vivienda. Nosotros contribuimos a reforzar el crecimiento de la contratación indefinida y eso abre las puertas a la generación de empleo. Además, el compromiso de que hay que reducir o eliminar las horas extraordinarias, que vamos a exigir de manera inmediata al Gobierno, también es una aportación a la generación de empleo. Ahora bien, es el momento de los inversores y el Gobierno. El Gobierno no sólo tiene la palabra, sino que, además, tiene el viento a favor: la inflación, los tipos, el hecho de que exista el acuerdo, refuerzan la confianza. Está en la obligación política de traducir esos datos en generación de empleo. Lo que ocurre es que la orientación del plan de convergencia, por ejemplo, no nos satisface. Va a contrapelo de la generación de empleo.

P. ¿Qué medidas debe tomar el Gobierno para aprovechar ese viento a favor del empleo?

R. Hay dos cuestiones que hay que deslindar. Una es la orientación general de la política económica, que es lo que debe contribuir a generar más empleo y que no nos satisface. Podría ocurrir que a la vuelta de un año el momento dulce que vive el Gobierno se pueda convertir en un momento agrio donde haya rechazo y censura de la sociedad por no haber aprovechado está situación favorable para generar empleo. Pero luego hay otra faceta en la actuación del Gobierno que estaría destinada a reforzar el cumplimiento de los objetivos del acuerdo, es decir, el fomento de la contratación indefinida. Hay tres elementos que deberían ponerse en marcha por parte del Gobierno. Uno es que los incentivos fiscales se dirijan al contrato indefinido de forma exclusiva. Otro es propiciar un cambio cultural en nuestro país respecto al uso de la contratación indefinida. Se trataría de algo tan simple como hacer una campaña institucional de fomento de contratación indefinida. Además, para evitar que no se produzcan efectos de sustitución de contratos fijos por encadenamiento de contratos temporales, habría que desarrollar una fuerte campaña disuasoria.

P. ¿Quién ha cedido más, la patronal o los sindicatos?

R. Lo que intento transmitir es que el punto de entendimiento entre patronal y sindicatos no son las contrapartidas que se puedan establecer, sino el reconocimiento de que la precariedad es muy mala para los trabajadores y para las empresas, en una economía abierta. El elemento clave del proceso es, a mi juicio, que la patronal ha comprendido la importancia de la contratación indefinida. Hay otro elemento de vital importancia. La corriente ultraliberal está intentando que los Gobiernos impongan su fuero, de desregulación laboral, vía decreto, vía imposición normativa, despreciando el consenso social. En esta situación, este acuerdo es la mejor de las refutaciones de esa teoría descabellada de defender el modelo de construcción europea en contra de los sindicatos. Este asunto, par a una formación como IU, por ejemplo, debería ser de máximo interés, por su furia anti-Maastricht.

P. ¿El plan de convergencia va por el camino marcado por la corriente ultraliberal?

R. Está creado con unas expectativas que pueden ser irreales y tira la casa por la ventana, liquidando el sector público de manera equivocada. Por ejemplo, Telefónica hubiera podido configurar una alianza estratégica con un 20% de su capital en manos del Estado. Se han perdido los beneficios que, a la vuelta de unos años, hubieran significado el valor que se ha obtenido en el mercado con su venta.

P. ¿Es cabal la actitud de Julio Anguita?

R. Creo que es una actitud muy desafortunada, descabellada incluso. Pero tiene un origen. La piedra angular es su oposición a proceso de construcción europea De esa negación se derivan las negaciones de una serie de exponentes que piensa que sigue a este pro ceso de construcción. La situación apocalíptica que Anguita explica que se va a producir en la construcción europea es improbable, porque muchos vamos a estar en contra desde el convencimiento de que ese proceso nos puede colocar en una mejor situación.

P. ¿Estos planteamientos pueden llevar a IU a la marginalidad?

R. Estoy más preocupado por el impacto que pueda tener el debate sobre el acuerdo en Izquierda Unida que por el impacto en la clase obrera. Desde una organización sindical se ve con simpatía a todas las fuerzas de la izquierda, e IU siempre ha apoyado nuestras propuestas. Con esta discusión, y sin pretenderlo, se pueden convertir en la oposición a los sindicatos en vez de en la oposición al Gobierno. Y eso va a generar muchísima confusión en el propio soporte sociológico y electoral de IU. Y al final puede causarle más perjuicios que beneficios. Ahora bien, yo no soy quién para dar sugerencias a nadie. Yo creo que este acuerdo se puede defender con la cabeza bien alta. El perdedor de esta discusión absurda va a ser el sector mayoritario de IU y la izquierda en conjunto. Al final, en definitiva, quien saldrá beneficiada será la derecha.

P. Algunos empresarios, especialmente catalanes, no parecen estar muy a gusto con el acuerdo.

R. Algunos empresarios pretendían que se impusiera el contrato estable, que era, en definitiva, mantener la temporalidad pareciendo que se erradica y abaratando el despido. Había una disponibilidad absoluta del trabajador para el empresario. Eso era un chollo. Nosotros hemos flexibilizado nuestras posturas, pero lejos de la defendida por esos empresarios. Hay otro factor importante, y es que hay patronales y colectivos que están en contra del diálogo con los sindicatos. Al final son expresiones de parte del empresariado que impregnan a la CEOE. Por eso, hay que reconocer la importante labor del presidente de la CEOE, José María Cuevas, que ha defendido el acuerdo.

P. ¿Ha cambiado la postura de la CEOE desde hace un año?

R. Yo no puedo establecer una diferenciación del comportamiento de Cuevas como consecuencia de las elecciones generales. Desde hace más de un año decidieron recuperar el diálogo, en lo cual influye que estamos en un periodo de transición hacia la moneda única. No creo que el hecho de que el PP esté en el poder haya impulsado a la CEOE al diálogo. Es más, creo que había sectores de la patronal que precisamente se querían apoyar en el Gobierno para hacer una reforma más dura. Y llegaron a encontrar eco. Hubo sectores del Gobierno que estaban decididos a imponer la política de mano dura.

P. ¿Cómo debe tramitarse el acuerdo, como decreto-ley o como proyecto de ley?

R. Yo lo tengo meridianamente claro. El procedimiento debe aclararlo el Parlamento. El consenso debe ser esencial. Así lo hemos transmitido. Sea cual sea la fórmula que se adopte, consideramos que se tiene que tramitar como ley y la experiencia ha demostrado que hay una cierta inseguridad hasta que no esté publicado como tal.

P. ¿Cómo ve la actitud de USO y los sindicatos nacionalistas?

R. USO, por principio, se opone a las decisiones de las centrales mayoritarias. En el caso de los sindicatos nacionalistas, cualquier acuerdo de carácter nacional consideran que atenta contra su razón de ser. El caso de ELA-STV va más allá. Se está deslizando hacia posiciones que no son estrictamente sindicales.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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