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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

¿Podrá Europa?

UNA AVANZADILLA ha llegado ya a Albania. El grueso de las unidades de la Fuerza Internacional de Protección (FIP) lo hará en el curso de la próxima semana. La Operación Alba es, fundamentalmente, una misión llevada a cabo por europeos, bajo mando de un oficial europeo: un italiano. ¿Podrá Europa hacer frente a su responsabilidad? La misión no es ni fácil ni evidente.Pero en ella se juega mucho Europa, más allá del altruismo de la ayuda humanitaria: evitar el caos y reconducir una situación que podría llegar a provocar una implosión del país, con profundas repercusiones en una zona políticamente volcánica como los Balcanes. Es decir, demostrar su capacidad para ayudar a resolver crisis exteriores.

La misión tiene un objetivo declarado: asegurar la llegada de ayuda humanitaria a Albania; pero difícilmente podrá evitar una dimensión de orden público e incluso político. Se espera que la presencia de estos 5.000 a 6.000 hombres -325 de ellos españoles- contribuya a evitar que ese país caiga en la anarquía. No obstante, la FIP debe precaverse para no meterse en aventuras políticas para las que no está preparada; por ejemplo, no cuenta con los medios suficientes para asegurar las condiciones que permitan celebrar unas elecciones libres, previstas para junio.

En la FIP participan destacamentos de Italia -el principal-, Francia, Grecia, Turquía, Rumania, Austria, Dinamarca y España, con un contingente enviado en aras de una solidaridad europea bien entendida. En el caso de nuestro país, aunque a todo el mundo le haya parecido correcta la decisión de enviar a sus soldados, es de lamentar que la misma no haya pasado por el Parlamento para que las distintas fuerzas políticas explicitasen su opinión y debatiesen públicamente entre ellas. Se ha roto así una positiva tradición, vigente desde que España participa en operaciones de paz. No es una cuestión de trámite, sino de principios.

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Significativamente, no participan en la Operación Alba ni los británicos -que no creen en la misma- ni los alemanes; mientras, en la Unión Europea se discute en abstracto cómo poner en pie una política exterior y de seguridad común. Por otra parte, Estados Unidos quiere que sean los europeos los encargados de pilotar esta misión, aportando desde la retaguardia su indispensable apoyo logístico y la información que proporcionan sus satélites.

La operación se desarrolla bajo mandato de la ONU. Ni la OTAN, ni la UEO, ni la OSCE se han prestado a organizarla, como si de poco hubieran servido las lecciones de los últimos años. Recae bajo el control de Italia. ¿Estará ese país a la altura de las circunstancias? Su credibilidad está en juego. El plan militar no había sido aún ultimado cuando las primeras fuerzas habían zarpado hacia el punto de encuentro en Brindisi. Hay demasiada improvisación en esta misión. De hecho, estuvieron a punto de abortarla las desavenencias políticas italianas, cuando ya estaba embarcado en Málaga el destacamento español. ¿Podrá Italia asegurar el éxito de esta limitada Operación Alba? ¿Podrá Europa?

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