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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Las barreras de los sordos

El viernes 21 de febrero, algunos periodistas y políticos deambularon en silla de ruedas por el centro de La Coruña durante casi una hora, y de esta forma pudieron comprobar los obstáculos con los que se enfrentan los incapacitados físicos. ¿Qué deberíamos hacer para comprobar en propia carne las barreras con las que se enfrentan los sordos y los padres de los sordos en nuestro país? ¿Bastaría con que nos tapásemos los oídos durante una hora para comprobar que las barreras lingüísticas son serios obstáculos con los que se enfrentan los sordos españoles? No, no sería suficiente; tampoco lo sería pasarse una hora sin hablar en una lengua oral; sería necesario también tachar los carteles escritos en castellano o gallego. Tampoco bastaría con no poder comunicarse con casi nadie en su lengua, ni siquiera con tu padre, porque en nuestro país es casi imposible aprender la lengua de signos (gracias a algunas asociaciones de sordos, va siendo más posible).Para ponernos en la situación de los sordos, además de todo esto, deberíamos, durante no sé cuánto tiempo, renunciar a ser escolarizados en nuestra lengua, deberíamos renunciar a recibir educación y formación en nuestra lengua, deberíamos vernos obligados a ignorar nuestra cultura, a vivir en una sociedad que casi nos ignora, y sobre todo deberíamos, en muchos casos, prescindir de nuestra familia a cambio de una mejor socialización.

Para los sordos, eliminar las barreras no sólo quiere decir convertir las señales auditivas en visuales; quiere decir tener derecho a un intérprete en el dentista, a un intérprete en el juzgado, en la policía, en la universidad; supone poder aprender a hablar cuando les corresponde, al mismo ritmo que los niños de su edad; supone tener derecho al lenguaje desde que nacen; supone poder ser escolarizado en la lengua que sus padres prefieran, bien sea oral o quinésica, y así no tener que convertirse en expertos saltadores de pértiga para deambular tranquilamente por las calles.

Y si no basta con taparse los oídos, ¿por qué los periodistas y los diputados no empiezan a hacer una labor de solidaridad luchando, por el reconocimiento de la lengua de los signos?- Doctora en Filología Hispánica. Profesora de la Universidad de Vigo.

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