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COPA DE LA UEFA: OCTAVOS DE FINAL (VUELTA)

El Valencia enfría el fuego turco

El equipo de Valdano alcanza los cuartos de final tras eliminar al Besiktas

Frente a la presión ambiental, calidad. No hay mejor fórmula. Y no es que el Valencia ande sobrado de esta cualidad, pero a años luz en cualquier caso del bullicioso y torpe Besiktas. En efecto, como había solicitado Valdano, el Valencia impuso su jerarquía desde el instante en el que Piojo López advirtió que la defensa otomana era un hada buena. Que quiere pasar por aquí, pues que pase. El club valenciano alcanza así los cuartos de final de la Copa de la UEFA, lo que supone un espaldarazo crucial para el trabajo del técnico hispano-argentino, que ha superado las dos primeras vallas de su punto de partida.Tras un arranque fugazmente atrevido, el Valencia perdía agua por sus dos interiores, mientras se sujetaba a través de los hombres del eje central (Engonga, José Ignacio y Karpin). De modo que, al cuarto de hora, el aliento del Besiktas era ya abrasador. El gol de Serdar confirmaba todas las averías en el andamiaje, propias de un equipo en vías de adaptación al nuevo sistema. Pero entonces se verificó lo que ya se sabía: el Besiktas tiene una zaga tan pesada como poco habilidosa.

Y puesto que el Valencia conocía el talón de Aquiles de los anfitriones, se dispusieron a explotarlo. Sobre el campo, apareció entonces un jefe, Karpin, que se constituyó en catapulta de VIaovic y Claudio López. Los dos puntas vivieron una noche feliz, loca, como diría Valdano, repleta de contactos directos con el portero. La relación al principio fue tímida, pero después Piojo primero y después VIaovic mandaron al guardameta croata Mrmig a buscar peces entre las redes.

De hecho, VIaovic necesitó tres llegadas muy claras para hacer efectiva la cuarta, un toque cruzado de espuela que heló la garganta del apasionado público turco. El toque del croata fue de gran sutileza, pero antes Karpin realizó la jugada del partido, sobre todo por el valor letal del segundo tanto valencianista. Fue cuando el centrocampista ruso se fajó con el lateral izquierdo local, le birló el cuero a trompicones, se marchó al fondo y se lo sirvió franco a VIaovic.

El segundo tiempo despertó con las mismas licencias defensivas de los turcos, que permitían que Karpin cabeceara sin rivales y secundado por un puñado de compañeros. Las diferencias se agrandaron definitivamente. Llegó el momento de triangular y darse una serie de gustos atacantes. En todos ellos estaba metido Karpin, que se había integrado de lleno en la fiesta. Curioso. El hombre que trajo al Valencia el interés personal de Aragonés, ha tenido que reverdecer con la llegada del nuevo técnico.

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