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La limpieza de la torre de la iglesia de Colmenar Viejo descubre un tesoro

La operación de limpieza de la torre de cerca de 50 metros de la iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora, en Colmenar Viejo, guardaba una sorpresa. En sus paredes se descubrió un tesoro escondido: 200 piezas de arte sacro cubiertas de escombros, polvo y basura. Entre ellas, restos de retablos, andas de procesión, una colección de candelabros y algunas imágenes, todo ello de los siglos XVII y XVIII. El museo que ha pedido el párroco dispone así de las primeras y valiosos piezas.

El párroco Antonio García está dispuesto a ir a por todas. "Ya hemos empezado a echar la carne en el asador y ahora no vamos a parar", amenaza total mente convencido. La carne a la que se refiere Antonio es la operación limpieza en la torre que han llevado a cabo 30 jóvenes voluntarios de la localidad de entre 16 y 30 años durante 10 días. El objetivo: dejar presentables el campanario y los cuatro módulos-plantas de la torre para ubicar el futuro museo religioso.Pero había sorpresa. El sacerdote había avisado a los chavales de que entre el polvo, la basura y los escombros se podían esconder los tesoros de la iglesia. No sabía cuáles ni cuántos. El descubrimiento ha superado las expectativas.

Todo comenzó el 15 de julio. Diego Corral, uno de los voluntarios, se hizo cargo de la coordinación del campo de trabajo. Lo primero era quitar la primera mano de basura de las entrañas de la torre: "Empezamos por limpiar todos los excrementos de palomas y otros animales que vivían allí Luego excavamos con palas para deshacer el medio metro de escombros apilado cada vez que reformaban el tejado de la iglesia". El resultado: dos contenedores de desperdicios.

Mientras unos bajaban y subían escaleras con la basura, otros se encargaban de trasladar las piezas religiosas que iban encontrando a la casa de las monjitas del municipio. "Nos hacía mucha ilusión, era como encontrar tesoros preciosos que nadie conocía" dice Diego.

La ilusión no era para menos. Entre lo hallado hay restos de retablos del siglo XVII, toda la tubería y el teclado del órgano de la parroquia, que se creía desaparecido, más de una decena de faroles, candelabros y andas de procesiones, un san Antonio y un san Juan Bautista del siglo XVII-XVIII, varios niños Jesús de bronce, tres angelotes, e incluso la figura de la antigua copatrona de la localidad, la Virgen del Socorro. "Hay algunas con policromías con fino oro que son maravillosas y que tras una restauración pueden recuperar su gran valor artístico", comenta la restauradora Leonor de la Colina, mientras sus ojos hacen chirivitas. Con ayuda de varios restauradores locales los chavales ya han lavado la cara a las imágenes con un ungüento de aguarrás y alcohol. Hasta que se materialice el museo de la torre, el párroco quiere hacer una exposición rudimentaria en la casa de las monjitas. "Así dejamos tiempo al consejero de Cultura, Gustavo Villapalos, para que venga, lo vea y nos dé lo que nos ha prometido: dinero para montar el museo", deja caer el cura.

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