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Un perturbado convierte en una matanza la procesión del Corpus de una aldea de León

La procesión del Corpus acabó ayer en una matanza en la aldea leonesa de Herreros de Rueda. Poco antes de mediodía, cuando la ceremonia religiosa transcurría por la calle Real, los 26 habitantes de la localidad, a los que se habían sumado una decena de familiares, se vieron de pronto metidos en un infierno. Jesús Andrés Iglesias, un hombre de 40 años con fama de perturbado, la emprendió a tiros desde su ventana. "Las balas rebotaban por todas partes. Era espantoso. Todo fue muy rápido. No sabíamos lo que estaba ocurriendo. Sólo sé que mi padre murió en mis brazos", contó Ángel Martínez, hijo de uno de los cuatro asesinados. Después de casi dos horas de terror, el criminal fue abatido por la Guardia Civil.

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Frente a la casa del asesino se había instalado la imagen del Santísimo sobre una pequeña mesa. Unas 35 personas iban a participar en la misa del Corpus Christi en plena calle Real. La matanza comenzó cuando el párroco, don Calixto, y los participantes en la ceremonia se disponían a entonar los salmos. Jesús Andrés Iglesias, a una distancia de entre cinco y diez metros, comenzó a disparar indiscriminadamente con una escopeta de caza desde una de las ventanas del segundo piso de su domicilio.La primera persona que cayó abatida por los disparos fue la hija del alcalde pedáneo, Eva González Díez, de 23 años. Segundos después murieron Herminio Martínez Carpintero, de 73, y Victorico Martínez Barrientos, de 73. Los tres eran naturales y vecinos de Herreros de Rueda, una pequeña población agrícola a 41 kilómetros de León. En ese instante, el pánico desencadenó una desbandada general de los congregados.Diez minutos más tarde, al acudir al pueblo una pareja de la Guardia Civil de Gradefes, una localidad situada a pocos kilómetros, el agresor reanudó los disparos desde la ventana de su casa y mató al guardia Rafael Diez Presa, de 26 años. Su acompañante, el sargento comandante del puesto de Gradefes, Pablo Alvarez, de 40 años, resultó gravemente herido, aunque a última hora de la tarde se encontraba fuera de peligro en el complejo hospitalario del Insalud de León.

Pasadas las 13.30, miembros de la Guardia Civil de León y del Servicio de Protección de la Naturaleza que se encontraban patrullando en los alrededores acudieron a la aldea y abatieron al agresor después de una intensa refriega. En la operación tuvieron que utilizar una escalera de mano para poner a tiro al homicida.

Ángel Martínez, de 42 años, hijo de Herminio Martínez y primo de Eva González, dos de los fallecidos, había acudido al pueblo desde Oviedo para pasar el fin de semana con su familia.

Asistía al acto litúrgico justo debajo de la ventana del agresor. Sólo le dio tiempo a coger en brazos el cuerpo de su padre mientras se desplomaba abatido por los disparos de postas.

Santos Fernández, de 21 años, nieto de Victorico, otro fallecido, se encontraba afectado de un fuerte shock. "Tenía que haber estado recluido en un psiquiátrico desde hace tiempo", decía consternado, refiriéndose al autor de los disparos.

Francisco de Lucas, de 76 años, se encontraba detrás del párroco cuando empezaron los disparos. Llevaba la cruz de la procesión. "Oí unos disparos, alcé la vista a la ventana y allí estaba Jesús con su escopeta. Me refugié detrás de la mesa del Santísimo hasta que pude huir. Allí quedaron los muertos, las flores y todo".

Los cadáveres de los civiles y del agresor permanecieron en el pueblo, en una ambulancia de la Cruz Roja, hasta las cuatro de la tarde. De allí fueron llevados al tanatorio de León para que se les practicara la autopsia. Minutos antes había sido retirado el cuerpo del guardia civil muerto, que fue trasladado a la comandancia de la capital. El juzgado de guardia de León instruye las diligencias. Los funerales de los vecinos se celebrarán hoy a las siete de la tarde. La capilla ardiente del guardia civil fallecido se instaló ayer en la comandancia de León.

El general Miguel Sánchez, jefe de la Sexta Zona, señaló que el guardia civil muerto y el herido no llegaron a desenfundar sus armas y que el agresor utilizó "toda clase de cartuchos de caza", incluidas postas de caza mayor. A su juicio, con otra arma se hubiera producido "una escabechina mayor". Los tres fallecidos fueron tiroteados por la espalda salvo la joven, que recibió el disparo en la cabeza.

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