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Tribuna:EL ACCESO A LAS TECNOLOGÍAS
Tribuna
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El desfase de la información

Bill Gates

Si cree usted, como yo, que las redes de ordenadores personales mejorarán espectacularmente las oportunidades educativas y de otra clase, es natural que le preocupe el que pueda pasar mucho tiempo antes de que algunas personas tengan acceso a esa tecnología. ¿Cómo podrán competir y mantenerse al día?Por el contrario, si cree que los ordenadores personales e Internet son un fenómeno cuya importancia se ha exagerado y no van a tener demasiado impacto, no considerará que la falta de acceso sea un problema importante. Como yo estoy claramente entre los primeros, creo que la tecnología de la información debería estar ampliamente disponible. Esa actitud no se diferencia de la que mantengo respecto a los libros, la medicina y otras tecnologías positivas: cuantas más personas puedan tenerlas, mejor.

Pero también soy realista. Es inevitable que algunos dispongan de mejores tecnologías de información que otros, igual que lo es que algunos tengan mejor acceso a la alimentación, la vivienda, el transporte, la atención médica, la educación o el ocio. Los líderes políticos y comunitarios hacen bien en preocuparse por la aparición de un posible desfase entre los que tienen información y los que no la tienen. En la actualidad, el acceso a la información resulta fundamental para el éxito, y todo el mundo debería tener la oportunidad de emplear ordenadores personales y conexiones a Internet. No son sólo los pobres los que pueden quedarse atrás. La población rural, las comunidades minoritarias y las personas de más edad también corren ese riesgo.

Yo crecí durante la Guerra del Vietnam, que entre otras cosas enfrentó a dos generaciones de estadounidenses. He conocido la agitación que existe cuando una generación, o una parte de nuestra sociedad, percibe el mundo de forma muy distinta a como lo percibe otra. Pero la posibilidad de un desfase de la información entre los distintos niveles económicos o las diferentes generaciones no debería disuadir a nadie de aprovechar los ordenadores personales e Internet. Renunciar a las ventajas de la tecnología informática no ayudará a promover la igualdad de acceso. Afortunadamente, el paso del tiempo será beneficioso. Frecuentemente, las desigualdades se suavizan algo a lo largo del tiempo, ante los cambios de la tecnología y la evolución del mercado.

En el pasado, la lectura regular de libros era prerrogativa de los ricos, porque reunir una biblioteca personal resultaba caro. En EE UU y otros países fueron necesarias décadas de colaboración pública y privada para que las bibliotecas públicas se convirtieran en los recursos comunitarios extensos y gratuitos que constituyen en la actualidad. Aproximadamente la mitad de la población estadounidense emplea. una o más de las 16.000 bibliotecas del país.

Las bibliotecas son una forma inteligente de subvencionar el acceso público a la información, porque la inversión beneficia a toda una comunidad de personas de forma absolutamente equitativa y, sin ninguna estigmatización.

Algunas fuentes de información nunca han sido subvencionadas salvo a través de las bibliotecas. Los periódicos son lo suficientemente baratos como para que nadie sugiera que se repartan ejemplares gratuitos a los pobres, y tampoco se subvenciona la compra de un televisor, que por otra parte es relativamente asequible. En la actualidad, en EE UU puede comprarse un ordenador personal totalmente equipado -no una mera terminal de Internet- por unos 1.000 dólares, alrededor de 130.000 pesetas. La industria de los ordenadores personales ha adoptado un planteamiento, similar al de Henry Ford, y considera que el producto debe aumentar su potencia y disminuir su precio para que el mercado crezca cada vez más. Se ha avanzado mucho, pero pasarán muchos años hasta que prácticamente todos los ciudadanos de países desarrollados tengan un ordenador personal, y muchas décadas hasta que ocurra lo mismo en las naciones en vías de desarrollo.

Entretanto, las mismas bibliotecas que proporcionan a las comunidades libros, periódicos, revistas e incluso vídeos también pueden satisfacer las necesidades de información de los ciudadanos. Las bibliotecas, los colegios y los centros comunitarios pueden ser puntos de acceso para todo el mundo. Sin embargo, antes de que sea razonable iniciar una inversión a gran escala hay que contestar a numerosas preguntas. A continuación citaré algunas:

-¿Deberían cobrar las bibliotecas por servicios electrónicos?

-El que una biblioteca o un centro comunitario disponga de ordenadores conectados a Internet, ¿animará a gente nueva a entrar en la red, o sólo resultará práctico para las personas que ya tienen ordenadores en casa?

-¿Hasta qué punto empleará la gente los ordenadores de acceso público para actividades enriquecedoras, como informarse sobre política, historia, literatura o capacidades profesionales? ¿Habrá mucha gente que se limite a jugar o participar en charlas frívolas en la red?

-¿Deberían las bibliotecas intentar controlar lo que la gente hace con los ordenadores?

Las personas y las empresas intentan responder a esas preguntas. Microsoft, por ejemplo, financia un programa piloto que ya está en marcha en varias bibliotecas de EE UU y pretende resolver algunas de las cuestiones mencionadas. Si nuestro programa y otros similares tienen éxito, pronostico que muchas empresas de todo el mundo se comprometerán de forma más profunda, trabajando en colaboración con los gobiernos y las organizaciones sin ánimo de lucro.

Los ciudadanos también pueden poner de su parte apoyando la emisión de bonos de biblioteca y tasas escolares para financiar los programas de informática. Llevar la tecnología a las bibliotecas y colegios a través de la cooperación pública y privada no es una estrategia para salvar el desfase de la información, pero supone un excelente principio. Si todos colaboramos para mejorar el acceso a la información, llegará un día en que casi nadie estará aislado de la sustancia básica de la Era de la Información.

Bill Gates es presidente de Microsoft.

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