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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cambio de tono

JOE BOSSANO se había especializado en crispar el ambiente de Gibraltar, la última colonia en el territorio de la Unión Europea. Y no sólo por sus furibundas manifestaciones de hispanofobia, sino por su tolerancia, algo atenuada en los últimos meses, respecto al contrabando de tabaco y hachís efectuado con lanchas rápidas a partir del Peñón. Pero Bossano, que efectuó, su campaña electoral al grito de Ninguna esperanza a España, ha perdido las elecciones gibraltareñas, Tras ocho años en el poder, él y sus laboristas ceden el puesto a Peter Caruana y su Partido Social Demócrata (GDS), que, pese a su nombre, se sitúa en el centro-derecha.Sobre el fondo del asunto -la reclamación española de la soberanía sobre Gibraltar-, Caruana representa la continuidad. Y es que los gibraltareños siguen sin querer aceptar la posibilidad de formar parte del Estado español, por democrático, europeísta y respetuoso de las diferencias culturales que éste sea desde la promulgación de la Constitución de 1978. Lo demuestra el rotundo fracaso de la candidatura de Peter Cumming, favorable al estudio de fórmulas de soberanía compartida entre España y el Reino Unido.

Pero, al menos en las formas, Caruana representa un cambio en relación a Bossano. Ha declarado que está dispuesto a buscar la cooperación con España en asuntos como las relaciones humanas y comerciales. Tal planteamiento implica la pretensión de negociar de Gobierno a Gobierno, en pie de igualdad, que el Ejecutivo de Aznar ya ha rechazado. España seguirá negociando con una delegación británica, aunque acepta que dentro de ésta haya representantes de la población de Gibraltar. La colonia es para España, además de un agravio histórico, una fuente de problemas actuales. El Peñón se ha convertido en un paraíso fiscal en el que tienen su sede cientos de sociedades que operan en España pero que eluden la fiscalidad española. Muchas de esas sociedades son además sospechosas de blanquear dinero del narcotráfico. Caruana no piensa poner coto a esa situación; al contrario, pretende institucionalizarla en el marco de la Unión Europea. A lo que sí se ha comprometido es a luchar contra el contrabando de tabaco y hachís.

En su discurso de investidura, Aznar prometió reactivar la reivindicación española sobre Gibraltar. Ello ha provocado las inquietudes de los llanitos, que Bossano ha intentado explotar en su campaña electoral. Algunos gibraltareños temen incluso que, como en los tiempos franquistas, vuelva a cerrarse la verja y se establezca un bloqueo sobre el Peñón. Esos temores parecen infundados. La España democrática, asociada al Reino Unido en la Unión Europea y la OTAN, ha renunciado a cualquier política agresiva en relación a Gibraltar; tan sólo pretende negociar con los británicos la restitución pacífica del Peñón. Entretanto, los representantes de Gibraltar deberían comportarse como miembros de una sociedad democrática y europea y poner punto final a los insultos, el desprecio y la tolerancia con el pirateo. Y si Caruana quiere cooperación civilizada, que empiece por levantar el veto al acuerdo hispano-británico sobre utilización conjunta del aeropuerto de Gibraltar.

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