_
_
_
_
_
Tribuna:CIRCUITO CIENTÍFICO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Visita el planeta Mercurio

El planeta Mercurio, el más cercano al Sol, es uno de los objetos celestes más brillantes del firmamento; sin embargo, poca gente lo ha visto. De hecho sólo es visible, sin ayuda de instrumentos ópticos, alrededor de una semana al año, un poco antes de la salida del Sol o un poco después de la puesta del mismo. Actualmente tenemos fotografías detalladas de algunas partes de su superficie, tornadas desde unos 50.000 kilómetros de distancia por la sonda americana Mariner 10 que lo sobrevoló tres veces entre 1974-1975. Nunca más se ha realizado otra misión a este planeta a pesar de las cuestiones fundamentales que plantearon a la comunidad científica los impresionantes resultados de la misma. Cuestiones tales como la configuración de su superficie con muchos más cráteres de los esperados según las teorías de formación del sistema solar; la densidad de su masa que sugiere abundancia de elementos pesados como el hierro, no se sabe si porque los elementos ligeros fueron expulsados en su formación o porque abundaban menos en las cercanías del Sol; y sobre todo el descubrimiento de un inesperado campo magnético, unas cientos de veces más débil que el de la Tierra, conforman un rompecabezas cuya solución es fundamental para confirmar o modificar las teorías sobre la formación del sistema solar.Posiblemente se preguntarán porqué no ha habido otras misiones posteriores a Mercurio. Pues básicamente porque la tecnología, en su estado actual, no ha logrado aún los desarrollos necesarios para llevarlas a cabo. También habría que añadir que los presupuestos espaciales dedicados a la ciencia no han dado más de sí.

La Agencia Europea del Espacio, ESA, se ha creado una reputación, muy merecida, al realizar misiones científicas. Para principios del próximo siglo, cuando el actual programa Horizonte 2000 de la ESA estará llegando a su fin, será preciso embarcarse en otro que le de continuidad. Este nuevo programa se titula Horizonte 2000 Plus y está basado en tres piedras angulares una de las cuales es una misión al planeta Mercurio.

Los científicos que han propuesto esta misión que el satélite pueda dar vueltas en órbita alrededor de Mercurio durante tres meses, que es aproximadamente el tiempo que tarda este planeta en recorrer su órbita alrededor del Sol. Aquí empieza la primera dificultad tecnológica, pues la intensidad de la radiación solar cerca de Mercurio es diez veces mayor que cerca de la Tierra, y el satélite tendrá que poder funcionar y resistir temperaturas que variarán desde 180º bajo cero a 420º sobre cero. Será preciso inventar, desarrollar y probar algún dispositivo que permita mantener una temperatura relativamente constante y que además no sea tan pesado, no ocupe tanto espacio, ni gaste tanta energía, como los acondicionadores de aire actuales. A pesar de todo, algunas partes del satélite estarán sometidas, inevitablemente, a altas temperaturas: diseñar y operar equipos mecánicos y eléctricos a estas temperaturas es ciertamente un gran reto tecnológico.

Los científicos no esperaban encontrar ningún campo magnético en el entorno de Mercurio, el descubrimiento de la sonda Mariner 10 fue realmente una sorpresa. Por este motivo es esencial que el satélite que vaya a orbitar Mercurio sea extremadamente limpio, desde el punto de vista magnético, para no introducir ninguna distorsión en la medida del campo magnético de Mercurio.

Hay otras misiones y proyectos del programa Horizonte 2000 Plus que representan grandes retos tecnológicos. Es preciso que los países europeos de la ESA no regateen esfuerzos en conseguir los presupuestos necesarios para que la industria europea del espacio lo lleve a buen término.

Andrés Ripoll es académico de la Academia de Ingeniería de España y de la Academia Internacional de Astronáutica.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_