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NECROLÓGICA

En memoria de Lautaro Murúa

Si nuestros países de habla hispana en general tuvieran el reconocimiento de títulos nobiliarios para sus actores o profesionales destacados, Lautaro Murúa debía haber sido desde hace tiempo lord Lautaro, o por lo menos conde del Cono Sur. Así se le comentaba en los últimos tiempos y se reía. Pero la broma tenía fundamento.Con más de sesenta películas como actor, muchas de ellas de protagonista; con cinco películas como director; cantidad de guiones, incluso en España, donde hizo una excelente adaptación de unas novelas de Ramón J. Sender- con una labor en cerca de treinta obras de teatro, en un repertorio en el que destacó en los personajes de grandeza y elocuencia. El público español, lamentablemente, sólo pudo ver sus últimos trabajos, ya un poco desganados por la incomprensión y el deambular de país en país: El día que me quieras, hace 14 años, y hace poco, Tirano Banderas.

Lo cierto es que en Argentina mi generación nació conmovida con la imagen elegante y guapa, de corte altanero, pinta de aristócrata y acento a raro de este actor que era chileno, pero que en Argentina jugaba de local. Luego, con los años, ya en Europa vino la amistad, y le conocí su erudición, su dominio de las lenguas inglesa y francesa, y por supuesto española. Su interés por la historia, su encanto especial para cautivar en el relato a hombres y mujeres por igual. Por ello, también tiene razón en esta despedida la conexión en la imagen con un caballero británico, porque mucho admiraba el teatro inglés, del cual hablábamos, o yo le escuchaba disertar, ya en sus últimos días, en un hospital madrileño.

Queda inédito aún en su trabajo un guión impresionante que preparaba sobre la inmigración alemana en Chile y un trabajo como actor en inglés para la BBC, que ha sido saludado como genial en Inglaterra, en la película para televisión Between the lines, que no ha sido visto en el mundo del habla hispana.

Me queda el convencimiento de que si hubiera trabajado antes en inglés, como actor, hubiera alcanzado un nivel internacional de envergadura. Pero me consta que tampoco le interesó hasta que el olvido de los directores de su época y el desconocimiento de los nuevos le hicieron depender del trabajo en inglés para sobrevivir en Madrid. Esa fue su entrega a una lengua hispana que nos une y nos divide. Ahí queda su obra y su trabajo hasta en la escuela de cine de Cuba.

Hasta siempre, sir Lautaro.

Jorge Bosso es secretario general de la Federación de la Unión de Actores del Estado Español.

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