Prédica
En su más reciente prédica sobre la situación española (EL PAÍS, 14 de julio), por supuesto no exenta de razón en varias de sus denuncias, Ignacio Sotelo acude a una última, y al parecer irrefutable, prueba de nuestras desventuras.La desmoralización en que la maldad del poder socialista ha sumido a la sociedad española es, a su vez, causante de una postración económica que nuestro autor da por cierta. Concluye: "La economía tiene también que ver, quién lo iba a decir, con valores inmateriales".
Y quién iba a decir que fuese precisamente Sotelo el que iba a. dar la vuelta al apotegma de Don Carlos en su famoso prólogo a la Introducción a la economía política: con Sotelo y en la España de hoy es el "proceso de la vida espiritual quien condiciona el modo de producción"; la "conciencia" será la que "determina(rá) el ser social. Muy bien. Puede tener razón. Pero ocurre que si para avalar su tesis utiliza sesgadamente datos negativos de la economía -un déficit y un paro de los que oculta su paulatina pero clara reducción-, y omite hablar del actual crecimiento al 3,1 %, con una inflación contenida (¿se acuerda Sotelo de la del 14% en 1981?), o de las exportaciones al 21,2% deflactado, de la inversión privada al once y pico por ciento, de la fuerte creación de puestos de trabajo, etcétera, ocurre -repito- que el anatema de Sotelo puede ofrecer efectos perversos.
La gente conoce con mayor o menor nitidez estos datos; la gente quisiera, sí, acabar con vicios públicos y hasta privados; pero, si la ponen a elegir, la gente elige la prosperidad. Mida, pues, Ignacio Sotelo, el alcance de sus mensajes: no nos conduzca a los españoles hacia caminos de perdición.-