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El envío de tropas y aviones alemanes a Bosnia acentúa la crisis del SPD

La votación de mañana en el Parlamento Federal (Bundestag) sobre el envío de fuerzas militares alemanas al territorio de la antigua Yugoslavia divide al grupo parlamentario socialdemócrata (SPD) y acentúa aún más la crisis de identidad del partido y las carencias de liderazgo de su presidente, Rudolf Scharping, de 47 años. Desde su derrota en las elecciones federales del pasado octubre, el SPD no levanta cabeza y sus dirigentes no dan pie con bola.En contra de todas las leyes de la sociología electoral vigentes en Alemania, el SPD no consigue mejorar en el favor del electorado. Así lo ponen de manifiesto los sondeos de opinión. Existe una regla no escrita de que el partido derrotado en las elecciones se beneficia de una especie de efecto pendular de compasión por parte del electorado y se aprovecha también de que el Gobierno tiene que realizar el trabajo sucio, muchas veces en contra de las promesas electorales.

En Alemania no ha ocurrido nada de eso. El SPD cuenta hoy en las encuestas con apenas un 35% de apoyo, por de bajo incluso del 36,4% conseguido en la elección federal. Esto no sólo ocurre en los sondeos, sino también en las votaciones reales. Las recientes elecciones regionales del Estado más poblado, Renania del Norte-Westfalia, y el más pe queño, la ciudad-Estado de Bremen, más la elección por sufragio directo el pasado do mingo del alcalde de Francfort, concluyeron con fuertes derrotas del SPD. Francfort eligió una alcaldesa de la Unión Cristiana Democrática (CDU). En Bremen, el SPD ha tenido que tragar el sapo de formar una gran coalición con la CDU. En Renania del Norte, el parto de la coalición con Los Verdes resulta complica dísimo y con continuas ame nazas de aborto.En los temas claves de la política alemana, el SPD no consigue una línea homogénea. Se pelean sobre asuntos de política social como subvenciones familiares, no se ponen de acuerdo sobre la energía atómica y, por si hiciera falta algo, ahora llega el envío de fuerzas militares a los Balcanes.

Con todo este potencial de conflictos internos en el primer partido de la oposición, la tarea de gobernar para el canciller democristiano Helmut Kohl se ha convertido en un juego de niños, a pesar de su precaria mayoría en el Bundestag.

A todo esto se añaden las continuas críticas al liderazgo, en el partido y en el grupo parlamentario, al derrotado candidato a canciller Scharping, a quien sus compañeros de dirección parecen empeñados en hundir.

Paciencia agotada

A Scharping se le acabó la paciencia y el pasado fin de semana dio un puñetazo sobre la mesa. y puso verdes a sus compañeros. Scharping habló en un tono insólito en un político alemán: "Ésta es una última advertencia. Mi paciencia se ha agotado. No permito más que algunos intenten convertir la política en un teatro de marionetas, mientras el conjunto del SPD realiza un duro trabajo". El presidente del SPD desafió a sus adversarios en el partido a presentar alternativas en el próximo congreso, que se celebrará en noviembre, para ver si sus posturas cuentan con mayoría: "Quien no hable allí debería callar la boca de una vez".

La autoridad de Scharping puede quedar todavía más en tela de juicio mañana si un número considerable de diputados del SPD vota a favor de enviar tropas a la antigua Yugoslavia, en contra de las resoluciones de la dirección.

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