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El primer cargamento de agua del Ebro llevado a Mallorca se vierte al mar porque sabe a pintura

El primer cargamento de agua del río Ebro transportado hasta Mallorca ha ido a parar al mar, frente al puerto de Palma. Un disolvente utilizado en el revestimiento de las paredes de los depósitos del buque aljibe Cabo Prior, en los que ha permanecido el líquido una semana, ha echado a perder el agua. Los 30.000 metros cúbicos que el lunes transportó el barco Móstoles desde Tarragona hasta Mallorca, con el fin de iniciar el abastecimiento de emergencia de Calviá Palma, fueron desechados ayer por estar al límite de los niveles de potabilidad: el agua sabía a pintura.

Cinco catadores notaron un sabor extraño en el agua almacenada en el buque tanque atracado en el puerto palmesano. Inicialmente creyeron que se trataba de un exceso de cloro, pero luego se percataron de que el mal sabor era el del disolvente utilizado en la pintura de los depósitos, según explicó ayer el presidente de la empresa municipal de aguas de Palma. Tanto los depósitos del buque de transporte como los del Cabo Prior fueron pintados recientemente, dentro de las tareas efectuadas para hacer posible el trasvase a Mallorca.El agua no era peligrosa para la salud, pero se consideró que no era conveniente introducirla en las conducciones urbanas, y el cargamento se bombeó del barco al mar. No pudo utilizarse para usos agrícolas limpieza de calles o riego de zonas verdes porque la red de abastecimiento conectada a los depósitos está únicamente destinada a usos domésticos.La Operación Barco, nombre con el que se conoce el trasvase del agua del Ebro a Mallorca, fue concebida hace un año para paliar la carencia de agua potable en la zona de la bahía de Palma, que en pleno verano acoge a más de 700.000 personas, la mitad de ellas turistas. Tras desperdiciarse el primer cargamento, se prevé que el transporte quede normalizado en una semana, una vez baldeados los depósitos. En los próximos tres años está previsto que se transporten a Palma siete millones de toneladas anuales, con un coste global de 3.600 millones de pesetas.

Josep Borrell, ministro de Obras Públicas, fue el primer patrocinador de esta solución temporal para afrontar un problema de Estado: la sequía amenaza el presente y el futuro de la industria turística de Mallorca. La mayoría de los acuíferos subterráneos de la isla están salinizádos por sobreexplotación, y el mar ha invadido los pozos tradicionales. El pasado verano, más de la mitad del agua que salía por los grifos en las casas de Palma era salada, sanitariamente desaconsejada para el consumo. Las bombas extraían en gran parte agua procedente del mar.Sistemas a pruebaEl desperdicio del primer transporte es considerado "un incidente menor" por las autoridades y por la empresa naviera contratada. El primer viaje se efectuó "con carácter de prueba", según subrayan, y sólo con media carga, con el fin de ajustar los sistemas de saneamiento y las operaciones de descarga e inyeccion en las redes urbanas. El fallo se ha debido en buena medida a las prisas con las que se ha hecho todo, que ya fueron criticadas la semana pasada por el alcalde de Tarragona, Joan Miquel Nadal.Este mismo fin de semana ha llegado a su pleno rendimiento la primera de las dos plantas potabilizadoras de agua salinizada que funcionarán en Palma de Mallorca. La planta aporta 30.000 metros cúbicos diarios de agua potable a la red de la ciudad y su coste ha sido de 1.700 millones de pesetas. El agua que potabiliza se extrae de pozos del interior.En el futuro se proyecta realizar un trasvase a Palma de un caudaloso manantial situado en el corazón de las montañas de Tramontana, cuyas aguas se pierden en el mar. Una vez realizado el trasvase y con las dos plantas potabilizadoras a pleno rendimiento, el trasvase del Ebro dejará de ser necesario.Los ecologistas y los grupos nacionalistas y radicales de izquierda mallorquines han criticado la Operación Barco porque consideran que es cara, que favorece el desarrollismo y que fomenta el consumo incontrolado de agua. El 70% del agua que se extrae del subsuelo en Mallorca se destina a usos agrícolas, un porcentaje muy elevado que contrasta con el escaso peso del sector primario en la economía de la isla. Los campos de golf, por ley, deben ser regados con aguas residuales depuradas.

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