Catorce meses flotando
Valeri Poliakov regresa a la Tierra tras batir el récord de permanecía en el espacio
"Me encuentro bien", dijo Valeri Poliakov al equipo de rescate según le sacaban de la pequeña cápsula Soyuz en que acababa de regresar a la Tierra, en la madrugada de ayer, procedente de la estación Mir. El cosmonauta ruso acababa de batir el récord de permanencia en el espacio, con 438 días. Poliakov, de 52 años, estaba un poco pálido y parecía desorientado, pero se recuperó enseguida, en cuanto vio a sus familiares, a sus colegas y a los médicos que se agolparon a su alrededor: "Por favor, dejadme dar unos pasos con alguien que me ayude. Puedo hacerlo". No se lo permitieron. Le tumbaron en una camilla y le arroparon con un saco de dormir. Tras pasar un año y dos meses flotando dentro de una nave espacial, no está uno preparado para salir andando a la primera, aunque se sea médico y cosmonauta muy bien entrenado.
Tras Poliakov salió de la cápsula Elena Kondakova, y su marido, el cosmonauta Valeri Riumin, le entregó un ramo de rosas. Ella preguntó por el champaña. Con 174 días, Kondakova es, la mujer que más tiempo ha permanecido en el espacio, y el suyo ha sido un récord por goleada, ya que la anterior no había pasado fuera más que un par de semanas. El tercer compañero, Alexandr Viktorenko, llevaba mucho menos tiempo en el espacio antes de aterrizar , ayer en Kazajstán.
Sólo cinco personas hasta ahora han pasado más de 300 días ininterrumpidos en el espacio y el récord anterior estaba en 366 días.
Poliakov ha recorrido 400 millones de kilómetros, siete veces la distancia de aquí a Marte, pero no se ha alejado mucho de la Tierra, porque la Mir está sólo a unos 400 kilómetros de altura, dando una vuelta a este planeta cada 90 minutos.
Pero cuando se haga un viaje tripulado a otro planeta, a Marte tal vez, será imprescindible saber cómo reacciona el cuerpo humano en tan insólitas condiciones de vuelo. Poliakov es médico, y su primera obligación durante la misión ha sido estudiarse a sí mismo y a sus compañeros recluidos en esa especie de vagón de tren en órbita que es la Mir.
En condiciones de microgravedad, los huesos de, los astronautas pierden calcio y se hacen quebradizos; la columna vertebral se alarga al no sentir el cuerpo la fuerza de atracción terrestre que nos impide flotar aquí; los músculos de las piernas se encogen por falta de uso; el sistema nervioso posiblemente se deteriora, y la sangre se desplaza hacia la cabeza.
Para contrarrestar en lo posible estos efectos, Poliakov ha hecho ejercicio diariamente en el gimnasio de la Mir, con una bicicleta fija incluida. La experiencia adquirida por los rusos ha permitido díseñar programas de preparación y de recuperación física y psíquica, que hacen ahora mucho más llevaderas estas misiones. Poliakov pasará sólo unas semanas en observación y volverá a ser un terrícola normal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.