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500 millones por segundo

En plena tormenta monetaria, los 'traders' recuerdan que también son humanos

Javier Sampedro

Una norma no escrita entre los camareros reza que, en ausencia de adjetivos, el café se supone solo, y el vino, tinto. Para los operadores financieros -traders, para abreviar-, la palabra "vende." significa "vende 500 millones de pesetas". La convención ahorra un par de segundos, un lapso de tiempo que nadie en este negocio parece dispuesto a malgastar por una cifra tan ridícula.Cuando Emilio Sainz y Jorge Juan García, los traders de deuda de FG Inversores, conectaron sus pantallas a las ocho de la mañana de ayer, la peseta apareció casi una unidad por debajo de donde la habían dejado la noche antes. Mientras en Madrid unos intentaban dormir y otros trataban de impedírselo, los mercados perseguían al sol por Nueva York y Tokio, y seguían vendiendo pesetas sin importarles en qué meridiano. La depreciación nocturna aparecía en la pantalla como un precipicio en medio de una cuesta abajo.

Tras un par de horas de tormenta monetaria, los ánimos se habían despejado hacia las diez de la mañana. ¿Alguna noticia económica tranquilizadora? "Nada de eso", dice García. "Somos unos 10.000 traders- en Europa haciendo todos lo mismo y a la vez, y a estas horas ya nos hemos cansado". Sainz remacha el punto con una declaración sorprendente: "Los traders somos humanos".

En FG no tienen hilo musical, pero tampoco les hace falta. "¡Araceli!", grita uno, "¿qué día corta el 12 y cuarto?". El 12 y cuarto es un bono al 12,25% de interés. "¡Corta el 25 de marzo!", grita Araceli. Las pantallas y los teclados se apilan sobre la mesa como hortalizas. En una de ellas, lo que el resto de los mortales conocemos por "cotización de la peseta con el marco" se llama KRXDMSP, aunque esto no parece sorprender a ninguno de los presentes. Ahora mismo marca 91,96. Ahora, 91,87. "¡Araceli, la simultánea hasta el 24 de marzo!", gritan al fondo. "Los indicadores siguen modas", explica García. La cotización de la peseta es uno de ellos, pero también hay que estar atento al dólar, al diferencial con el bono alemán y a la primera página de algún diario madrileño.

"La inflación me da exactamente igual", asegura Sainz. Los traders son menos sensibles a la macroeconomía que a la rumorología. ¿Que a George Bush le da un infarto? Los mercados se desploman. ¿Que, tres minutos después, el infarto resulta ser una lipotimia? Recupereción inmediata. ¿Tres tanques iraquíes destruidos? Seis arriba. ¿Dos aviones aliados abatidos? Diez abajo.

A mucha gente le da vértigo que la economía dependa de unos individuos tan excitables, pero los traders no comprenden tanta suspicacia. "Si yo puedo vender una cosa que va a perder valor dentro de una semana", explica uno, "es porque alguien quiere comprarla". Madrid vio caer la noche pagando el marco a 92 pesetas. Pero el sol seguía brillando en algún mercado.

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