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GENTE

DE LAS YEGUAS DE MAHOMA

Ake Sagren, general del Ejército sueco, debió pedir disculpas personalmente a su homólogo paquistaní Abdel Waheed, en la que, según el militar sueco, "fúe la misión más difícil de mi carrera". El origen del malentendido fue un regalo de tres hermosos caballos árabes que el general paquistaní hizo, a sus colegas suecos en reconocimiento a las atenciones recibidas durante una reciente visita al país nórdico. Lo que el general paquistaní no tuvo en cuenta a la hora de tener su atención es que en Suecia existen disposiciones sanitarias que exigen mantener en cuarentena a los animales, en general, que proceden del exterior y a los caballos, en particular, por el riesgo de la llamada peste equina, que es sumamente contagiosa. Pese a que los caballos fueron examinados por los servicios veterinarios, que comprobaron su buen estado de salud, la inflexibilidad burocrática, apoyada en un parágrafo de la legislación, procedió a sacrificar e incinerar a los caballos. Cuando esto se supo en Pakistán, las reacciones fueron de tal magnitud que amenazaron con enturbiar las relaciones entre ambos países. La prensa paquistaní habló de "vikingos salvajes" y oficialmente no se ocultó el malestar. Además de la descortesía que significaba corresponder de esa manera a un regalo, un purasangre árabe, que según la tradición desciende de las yeguas de Mahoma, tiene un significado que va más allá de su valor en sí. Para tratar de enmendar el entuerto, Ake Sagren viajó a Pakistán y como pudo cumplió la más engorrosa misión de su vida, según sus propias palabras, que "espera no tener que volver a repetir jamás en su vida".-

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