Castro quiere que la educación siga siendo un emblema de la revolución, pese a la crisis
Educación y Revolución son más que sinónimos en la Cuba de hoy. Para el gobierno de Fidel Castro, la educación ha pasado de ser uno de los "logros" históricos del socialismo cubano a convertirse en uno de los últimos símbolos que distinguen el proyecto social de la revolución, y más cuando, debido a la crisis, Cuba se adentra en un mar de reformas económicas que cada vez siembran más desigualdades y la acercan a las leyes y contradicciones de la economía de mercado.Pero mantener la bandera de un sistema educativo gigantesco y gratuito como el cubano en medio de la crisis galopante que vive la isla, no es tarea fácil. Cuba, un país de 11 millones de habitantes, tiene mas de 230.000 maestros, casi uno por cada 40 habitantes, y cerca de 13.200 escuelas, colegios, institutos y seminternados, y cien centros de enseñanza superior. La matrícula total asciende a 2.200.000 alumnos (150.000 en la Universidad).
Para sostener tan gigantesco sistema educativo, este año el gobierno dedicará el 15% de su presupuesto, cerca de 1.400 millones de pesos, Esto sin contar las decenas de millones de dólares que se necesitan cada año para comprar cosas tan básicas como bombillas, pizarras, gas, o cristales, en un país que tiene los dólares contados para petróleo y alimentos.
La situación es de tensión constante, pues si no faltan madera y clavos para reparar las ventanas y puertas de las miles de escuelas que llevan años sin recibir mantenimiento, escasean los cristales para las ventanas rotas o el gas y la comida para preparar las 600.000 que se sirven diariamente.
Libros compartidos
Los manuales que antes eran reeditados cada dos años, ahora sólo se pueden renovar cada cinco y en algunas asignaturas, como Matemáticas de 40 y 70 grado, han de ser compartidos por tres o cuatro.
Por suerte, este año el Ministerio de Educación pudo comprar 50.000 litros de pintura para reparar todas las pizarras del país que estaban en estado crítico, y resolvió el problema de la escasez de material fungible gracias a una donación de Vietnam, que envió 5 millones de libretas y de lápices, y otra de 3.200.000 cuadernos y 6 millones de lápices del gobierno mexicano.
Ante tales dificultades, las autoridades cubanas han hecho vanas campañas de propaganda para "crear conciencia" en la población de que la educación no es sólo un derecho, sino que también es deber de todos mantenerla", y por primera vez han tomado medidas para que los cubanos contribuyan a sufragar el sistema educativo. Una de ellas es que los 600.000 estudiantes seminternos que hay en el país deben pagar su comida diaria, a razón de 7 pesos mensuales. En segundo lugar, desde septiembre se cobra 20 pesos mensuales por la matrícula en las escuelas de idiomas, con 50.000 alumnos.
"Esto no quiere decir que vayamos hacia una enseñanza de pago", declaraba a este diario el Ministro de Educación, Luis Ignacio Gómez. "La educación en Cuba es y será gratuita, y pensamos mantener nuestro sistema educativo a cualquier precio, aunque tengamos que hacer sacrificios, y sin cerrar una sola escuela", aseguraba, añadiendo que este año se han abierto 200 nuevas.
Gomez admite que la situación es difícil y tensa, y que los maestros, cuyo salario promedio es de 250 pesos al mes, equivalentes a 5 dólares en el mercado negro, han comenzado a desertar. El índice de deserciones en La Habana alcanza el 10%, y el 7% a nivel nacional. Algunos se marchan a trabajar al turismo y otros simplemente se van a su casa. Gómez afirma que su ministerio trabaja para frenar este proceso.
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