_
_
_
_
_
LA CRISIS DEL SECTOR AÉREO

Quitar miedos ajenos

Elena Contreras es tripulante de cabina desde hace 19 años, esposa de un tripulante de cabina y madre de una hija de 15 años. Además, ejerce de "madre, enfermera, camarera, hija y hermana" de los miles de pasajeros que le han tocado en suerte en su carrera, y le encanta hacerlo. "Quería ser azafata cuando era muy pequeña, es una profesión muy mitificada por las jovencitas", dice.Habla francés, inglés y portugués tan bien como el castellano, y cursó dos años de Sociología, que de psicología ya aprende bastante lidiando con los terrores de los pasajeros. Volar le encanta, nunca ha pasado miedo; acaso "algún - sustillo". "Muchas veces, desde mi coche, veo cómo despega un Jumbo y pienso que es imposible que los 370.000 kilos suban al aire". Por eso entiende que muchos viajeros suden frío. "El miedo a volar no se quita, con el tiempo; es algo natural, porque el ser humano no es un pájaro".

Más información
Una pelea contra el frío y el ruido

Lo más difícil de su profesión es, para Elena, comprender a los pasajeros. "Cada uno tiene sus miedos y a cada uno se lo tienes que quitar de un modo distinto; yo suelo hablar mucho con ellos, llevármelos donde estamos las azafatas...". De vez en cuando tiene que soportar impertinencias, aunque reconoce que en raras ocasiones. "El respeto al avión y el miedo a volar da inseguridad, y eso provoca malestar en la gente, que seguro no se comportaría así en circunstancias normales", entiende.

A Elena le gusta su uniforme, aunque cambiaría el color mostaza de la falda or un tono más oscuro, "más sufridito". Pero detesta el "total desbarajuste" que sus horarios provocan en la familia. Aunque ella y su marido coinciden en algunos viajes, las horas que comparte con su hija le saben a poco. "Con 15 años", dice Elena, "una chica necesita más que nunca estar con su madre, por eso lo pasa fatal cada vez que me voy, sobre todo cuando tengo que volar después de estar con ella cuatro días seguidos".

El desbarajuste de horarios no sólo lo nota su hija. También lo llevan fatal su estómago, y su espalda, y sus nervios, que no similan el misterio de acostarse a las cinco de la tarde, dormir ocho horas, y levantarse a las seis de la tarde de otro continente. "Es por épocas, pero cuando pasa se lleva muy mal..

De lo que cobra, no se queja. Pero cree que la empresa debería dotar a las azafatas de más medios para. realizar su trabajo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_