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Los exámenes más dramáticos

Casi 400 jóvenes se disputan las 50 plazas de la escuela oficial de arte dramático

, Los nervios eran como los que preceden a un estreno, pero aún les queda un trecho para que llegue ese día. A los 380 jóvenes que ayer comenzaron las pruebas prácticas para ingresar en la Real Escuela. de Arte Dramático de Madrid (RE SAD) les han pedido que acudan con un soneto y un texto en prosa memorizados. Están en juego las 50 plazas del primer curso, que ocuparán los que mejor realicen unos ejercicios impredecibles, capaces de sonrojar al más desvergonzado. Ninguno sabe muy bien a qué petición del tribunal examinador tendrá que enfrentarse.

Un joven de 19 años entró en el aula del examen con un soneto de Mario Benedetti muy bien aprendido. "Empieza", le dicen. Lo recita de pie, quieto, sólo mueve los brazos. "Ahora de manera más ínfirna". Lo intenta. "Ahora como si no te acordaras del texto". Lo hace. "Ahora estás muy triste. Tanto, que casi no te salen las palabras". Y empieza a recitar lentamente, entre suspiros. De pronto, el tribunal le corta: "¡Cuenta un chiste algo jocoso!".

"Se trata de comprobar la sensibilidad, la capacidad de respuesta de los que se presentan a lo largo de varios ejercicios. Y detectar posibles defectos o patologías en la voz o en el cuerpo que les impidan desarrollarse como actores", explica Vicente Fuentes, jefe de Estudios de la RESAD, profesor de teatro en verso y de técnica vocal. Fuentes era ayer miembro de uno de los tribunales por los que desfilaron los aspirantes a actores. Todos han aprobado ya el ejercicio teórico: un examen eliminatorio que hace las veces de selectividad: a los jóvenes sólo' se les exige tener aprobado el COU.

El primer ejercicio lo dirige el profesor de esgrima. Los jóvenes llevan ropa cómoda y unos nervios que disimulan como pueden. "Es que la profesión va por dentro", decía María José Domínguez, de 27 años, que piensa abandonar su profesión como técnica microinformática si la aceptan en la escuela. Y Marcos Fernández, que está a su lado, añade: "Yo el año pasado suspendí porque me puse muy nervioso". En este primer ejercicio se calientan dando pasos, brincos, carreritas laterales. Los cuatro miembros del tribunal comprueban su ritmo y su flexibilidad.

Para realizar la prueba de voz. Fuentes les pide que sonrían, que suspiren y luego que se tumben en el suelo. "Cantad algo", dice. "Sólo le pido a Dios...", canta una joven al mismo tiempo que se escucha "la donna è mobile" que canta otra y otros, tantos sones. Lo siguiente es cantar la misma canción, pero está vez moviéndose y arrastrándose por el suelo.

Les miden la voz a base de repetir hasta casi veinte veces sus. nombres cantando de todas las maneras. Pero lo peor llega cuando tienen que recitar lo que han traído aprendido de casa, algo que deberán hacer uno por uno.

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"Recítalo como si se lo dijeras a esta persona que acaba de morir". La joven, que ha preparado un soneto 'de Quevedo, comienza a recitar mirando la postal que le entregan. Llega un profesor, la coge por el brazo- y juntos corren por el estudio. Él pregunta: "¿Qué te pasa?". Y ella: "Si hija del amor mi muerte fuese...". Y el profesor: "¿Qué pasa?". Y ella venga a recitar corriendo de su mano.

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