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A 'eskobazo' limpio

Los 'okupas' de Minuesa arreglan su nuevo centro social de Atocha e informan a los vecinos de sus planes

Los gatos que viven en el edIficio Pacisa, en la ronda de Atocha, 35 (Arganzuela), están perplejos. Hace una semana, más de medio centenar de okupas turbaron el sosiego de su guarida, una antigua fábrica de galletas y de instrumentos de precisión de 4.125 metros cuadrados propiedad del Ministerio de Cultura desde 1986.El recinto se iba a destinar a centro de producción dramática y a Teatro Nacional. Pero las obras nunca comenzaron y la finca siguió vacía hasta que, el pasado viernes, los okupas desalojados en mayo de la antigua imprenta Minuesa, en la ronda de Toledo, 24, lo tomaron por asalto.

Desde entonces son ellos quienes arreglan el edificio para organizar talleres, conciertos y reuniones de grupos afines. El ministerio, que en la actualidad carece de un proyecto concreto sobre el recinto, ha pedido al juez la expulsión de estos jóvenes. Ya en abril de 1987 fueron echados de este mismo local.

"Casa okupada, casa encantada", se lee a la entrada de este viejo inmueble con fachada neomudéjar. La finca está compuesta por dos naves de tres plantas que dan a la ronda de Atocha, y en el interior, los restos de lo que fueron 12 talleres de manufacturas y viviendas distribuidos en varios patios.Sólo un bloque ruinoso

Sólo una de las edificaciones de este conjunto industrial, un bloque de seis plantas situado cerca de la calle de Sebastián Elcano, está declarada en ruina por el Ayuntamiento de Madrid desde el pasado 16 de mayo, a petición del Ministerio de Cultura. Está apuntalada, los balcones carecen de protección y hay tramos de suelo desprendidos.

Sobre el resto de la construcción no pesa por ahora ningún expediente de ruina, según el departamento municipal de Protección a la Edificación. Los mismos okupas, conscientes del estado del único bloque ruinoso, se han planteado va llarlo o tapiarlo para evitar accidentes.

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En una semana los muros de esta antigua empresa han acogido más asambleas que en toda su historia. Es el sistema organizativo de que hacen gala sus nuevos usuarios. Para trabajar en el local se han distribuido en comisiones.

La primera tarea fue sacar del lugar toda la basura, los cascotes y los gatos muertos acumulados durante años. Después hicieron los enganches necesarios para contar con luz y agua. "Si nos pasan la factura, la pagaremos; de eso no hay duda", aseguran.

El lunes, una veintena de personas segaba las hierbas llenas de bichos que cubren los patios. "Hay que quitarlas, porque están muy sucias y además pueden incendiarse", explican. Es en estas explanadas sin techo donde tienen previsto organizar conciertos y varios talleres de mecánica. Algunos hablan también de montar un pequeño huerto. Otros, de un cine al aire libre.

Ya han instalado un pequeño mostrador de madera que hace las veces de taberna, el Bar E. T. O., como rezan varios carteles, con litronas de cerveza y zumos en vasos de plástico que invitan a utilizar más de una vez para evitar despilfarros.

Pronto esperan poder montar un comedor popular como el que regentaban en Minuesa. La cocina la mantienen a buen recaudo desde el desalojo, cuentan con un frigorífico y van a instalar el fregadero.

"Del bar, los conciertos y el comedor sacamos el dinero necesario para las reparaciones y para organizar actividades", aseguran. "Aquí hacemos todos los trabajos de forma voluntaria, por turnos; luego, cada cual tiene su empleo o sus chapucillas para ganarse la vida", añaden.

Mientras al unos se dedican a trabajar con el picachón y la escoba, otros ejercen las relaciones públicas con la vecindad. Ayer convocaron a los habitantes de las casas de alrededor para explicarles su proyecto y para prometerles que los conciertos tendrán un límite horario para evitar molestias.

La bulla del pasado viernes, tras la euforia de la okupación, ha preocupado a algunos residentes. "Hombre, esperamos que fuera la alegría de lo nuevo y que no vayan a seguir así", comentan algunos de ellos.

El edificio acogerá algunas de las actividades que se realizaban en Minuesa, como los talleres de música y teatro, el gimnasio y otras que vayan surgiendo, como un cursillo de mecánica que ya se ha propuesto. El lugar será también punto de reunión de colectivos de insumisos y de otros grupos vinculados a movimientos de la izquierda extraparlamentaria.

Costó 69 millones

La finca Pacisa, de 4.125 metros cuadrados, fue adquirida por el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), del Ministerio de Cultura, el 31 de julio de 1986, por 69 millones de pesetas, a su anterior propietario, Federico Bonet, SA. Está incluida en el catálogo de edificios con un nivel 1 de protección (respeto para la fachada y volúmenes).

En 1987, el INAEM pretendía dedicarlo a centro de producciones teatrales. En 1990, este organismo se planteó instalar allí el futuro Teatro Nacional. Al final, estos planes no prosperaron y, después de albergar una representación de La Orestíada, de Esquilo, el solar quedó abandonado.

Hace cinco meses el viceconsejero de Educación y Cultura de la Comunidad de Madrid, Ramón Caravaca, aseguraba que iba a pedir al ministerio la cesión del inmueble para montar en él un taller de artes escénicas (véase EL PAÍS del pasado 26 de febrero).

"Pretendemos instalar una gran carpa donde los jóvenes interesados en aprender teatro puedan hacerlo", explicaba entonces Caravaca a este periódico, y afirmaba. disponer del dinero necesario. Ahora, tras la okupación, el Gobierno regional asegura no tener interés en el local, y no haber realizado gestiones para conseguirlo.

Volver siete años después

Los okupas no saben cuánto tiempo permanecerán en este edificio de la ronda de Atocha, 35, que albergó una fábrica de bollos y otra de instrumentos científicos. Pero trabajan como si fueran a jubilarse en él. Algunos de ellos forman parte de la treintena de jóvenes de la Asamblea de Okupantes de Madrid que el 3 de abril de 1987 tomaron este mismo edificio para crear una universidad popular. Fueron desalojados en cinco días.Un mes después okuparon otra finca del Ministerio de Hacienda que llevaba siete años vacía en la calle de Argurnosa. El siguiente paso fue, un año más tarde, la fábrica de bombillas Metal-Mazda, junto al Puente de Vallecas. Ambas gestas acabaron en desalojo.

El azaroso recorrido cesó en el otoño de 1988, cuando llegaron a la antigua imprenta Minuesa, en la ronda de Toledo, 24, donde permanecieron seis años, hasta el pasado 18 de mayo. Ese día fueron desalojados por orden del juez en medio de un fuerte despliegue policial. Los dueños del edificio, la empresa Corporación Financiera Diversificada, SA, consiguieron liberar el solar para edificar. Ahora, después de siete años, han retornado a sus orígenes: los pabellones de la antigua empresa Pacisa.

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