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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Gitanos

MALOS TIEMPOS corren últimamente en el mundo para una de las ideas básicas de las sociedades abiertas, civilizadas y libres: la de la igualdad de derechos y deberes de todos los seres humanos, con independencia de su raza, religión o procedencia. La manifestación más repugnante de ese resurgimiento de la xenofobia y el racismo en Europa está en la limpieza étnica en los Balcanes, ese eufemismo que hemos aceptado para definir lo que es el terror y el asesinato masivo de miembros de una etnia o credo a manos de otra. Pero sin llegar a esos extremos, desde Tarifa hasta Moscú, toda Europa asiste a un fortalecimiento de los odios contra minorías o inmigrantes. En épocas de crisis económica, convulsiones políticas y confusión de valores ha sido frecuente esta búsqueda del chivo expiatorio.Los gitanos siempre han sido una de las comunidades más castigadas en este sentido. Desde que se produjeron las grandes oleadas migratorias de gitanos, hacia Europa a principios de la edad moderna han sido perseguidos muchas veces y al menos en una ocasión, bajo el nazismo, se ha intentado hacerlos desaparecer como pueblo. Pero es la marginación social y económica el factor que determina la vida de una inmensa mayoría de los 12 millones gitanos que, según estimaciones poco fiables y que probablemente queden cortas, viven en Europa. Entre 500.000 y 900.000 son gitanos españoles. La sociedad española es tan racista como muchas otras en Europa. Si los españoles no han ejercido como tales ha sido ante todo por la inexistencia de otras grandes comunidades étnicas. La inmigración de los últimos años, mínima comparada con la habida en otros Estados europeos, ha reforzado las tendencias xenófobas. Algunos medios periodísticos no hacen sino darles mayor brío con campañas en las que identifican inmigrantes con delincuencia. En este preocupante proceso, los gitanos, como única gran minoría étnica en España, vuelven a ser también los más perjudicados.

Ha sido por ello muy oportuna la celebración en Sevilla del Primer Congreso Gitano de la Unión Europea, como también lo fue la destacada representación institucional que ha asistido al mismo, desde la reina Sofía hasta Felipe González. El congreso se centró en tres bloques temáticos: educación, política social e integración y libertades y derechos de las minorías. Es, sin duda, por la educación por donde debe romperse el círculo vicioso de marginación, pobreza, prejuicios, desconfianza y, como resultado, más marginación.

El esfuerzo debe ser común: de las asociaciones re

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presentativas gitanas, de las diversas administraciones y de las organizaciones no gubernamentales. Despertar la conciencia de la necesidad de la plena escolarización de los niños gitanos no es tarea sencilla,

como tampoco lo es el impedir las trabas que encuentran cuando lo intentan. Como dijo la Reina, "la reivindicación de las señas de identidad no debe llevaros a vivir al margen de la sociedad de la que formáis parte". La integración educativa, económica y social es imprescindible para evitar que gran parte de la población gitana quede de nuevo descolgada y condenada a una marginalidad que los convierta en ese chivo expiatorio que las sociedades en crisis y crispación buscan y terminan por encontrar.

En varios países de Europa central y los Balcanes se han producido ya en, los últimos años pogromos contra los gitanos. Ha habido un constante goteo de incidentes violentos y muertes. En España también hemos asistido a actos vergonzosos contra miembros de esta minoría. El respeto entre payos y gitanos no es sólo necesario por una cuestión de justicia; también es imprescindible para la autoestima, salud y cohesión de la sociedad española.

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