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La eterna adolescencia de Slogan y Malcolm Scarpa

Con Juan de Pablos como maestro de ceremonias se subieron al escenario de Siroco la noche del martes dos atípicos personajes de la escena madrileña: Slogan y Malcolm Scarpa. Salió primero Slogan -o lo que es lo mismo, José Miguel Nieto-, sin más acompañamiento que una guitarra acústica prestada, pues la propia le fue robada hace ya seis años y no tiene aún cómo sustituirla. Con un aspecto que recordaba al Morrison de la Velvet -melenita tipo paje y bigote unido con patillas- Slogan desgranó en una hora las eternas canciones adolescentes de sus dos únicos discos, Somos como niños y Cambia de cara, que editó la pasada década en dos pequeñas discográficas. El público, que llenó la sala, coreó con el elegante José Miguel -camisa impoluta blanca con corbata- buena parte de las canciones y celebró especialmente Suspensión de pagos y la misma Somos como niños.

Buen gusto

Entre su actuación y la de Scarpa, el personal no de dejó de bailar. En la cabina estaba Juan de Pablos, conductor de Flor de pasión, mítico programa radiofónico de Radio-3. Su habitual buen gusto en seleccionar material de los años sesenta consiguió que el público no parase un minuto. Malcolm Scarpa, asturiano afincado en Madrid, consiguió uno de sus más emotivos recitales. No suele prodigarse mucho, y ésta fue una buena ocasión para acercarse a la música de este peculiar personaje. Todo su repertorio lo canta en inglés, aunque ésta parece ser la tónica de los rumbos por los que circula la música en nuestro país.

Con él acabó de llenarse de público la sala. La semejanza de este músico con Ray Davies, el líder de los míticos Kinks, es tal que si el propio Ray hubiera estado el martes en Siroco creería verse a sí mismo actuando con unos años y centímetros menos en algún club del Londres de los años sesenta.

Su actuación encandiló a los asistentes, pues Malcolm alumbra sin parar bellezas pop: canciones cortas que el público distingue a la perfección y tararea sin rubor. Acompañado por un bajista y un batería, Malcolm, con su ya característica guitarra Rickenbacker, interpretó alguna de las 26 canciones de su disco, estrenó tres del próximo, regaló un par de versiones y dedicó una a su amigo Slogan. Pop de dibujos animados, aquellos que acababan con la frase ¡Thats all, folks! la misma que utilizó Malcolm para despedir su actuación.

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