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Menos exigencias

Las ganas de agradar perturban la preparación primaveral de Induráin

Carlos Arribas

Abril es, curiosamente, el mes clave para los ciclistas que piensan triunfar en julio, en el Tour. La meteorología es fundamental. Los hay sensibles al frío, a la lluvia y al sol. Miguel Induráin odia la lluvia, pero el sol de marzo también le ha ido fatal. En las carreras del sur de Francia se agarró una molestia alergia cutánea debida al temprano florecimiento de la primavera. Vuelta a casa y a cuidarse. "Logramos controlarlo, pero después llegó la lluvia y hasta la nieve", dice su director deportivo, José Miguel Echávarri. En la Vuelta al País Vasco debió retirarse con una contractura en la rodilla. Su participación, el próximo domingo, en la Lieja-Bastoña-Lieja, la única clásica primaveral de la Copa del Mundo que le gusta de verdad, está en el aire. "Pero no hay mayor problema, se está entrenando con fuerza y eso quiere decir algo".Induráin tiene su propio mapa meteorológico y en los entrenamientos no tiene problema. Si hace bueno en Tudela, agarra el coche con la bicicleta y se baja allí a hacerse sus kilómetros. Si no, a otro sitio. El problema llega en las competiciones. "Miguel se deja traicionar por el corazón", dice Echávarri. "Si ve que el público va a verle y le exige competir, es incapaz de negarse. Y habría que tener más cuidado. No puede arriesgar toda la temporada de esta forma".

Los problemas en la rodilla de Induráin se iniciaron el 2 de abril, durante el Gran Premio Comunidad de Navarra. Entonces, en un día de perros -lluvia, nieve y frío-, comenzaron la dura carrera unos 80 ciclistas y la terminaron poco más de 30, entre ellos Induráin. "Corría en su tierra y sentía que no podía bajarse de la bicicleta. Y tendría que aprender a decir que no".

No contento con eso, el martes siguiente, en la segunda etapa de la Vuelta al País Vasco, Induráin se sentía fuerte y efectuó una demostración. Deseo de agradar y de empezar a amedrentar a sus futuros rivales, en especial a Tony Rominger. Al día siguiente, la rodilla le hizo crac.

"La gente debería darse cuenta de que no se le puede pedir que gane en todo lo que corra", señala Echávarri. "Y comenzar a apreciar que hay carreras en las que se dedica a trabajar para los compañeros de equipo. Y aplaudirle por eso".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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