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¿Dejar las armas? "No ha lugar"

El documento interceptado en Francia a finales de 1993 pone de relieve de forma explícita las diferencias internas en ETA:"En ocasiones, te da la impresión [al leer documentos elaborados por otros activistas] de que está ya casi todo perdido, de que estamos desmoralizados y de que, de seguir con la lucha armada, abocaremos sin remedio en el suicidio colectivo".

El texto añade: "Quizás tampoco sea el momento de seguir por los derroteros sobre quién o quiénes son los culpables. Pensamos que debemos asumir el mal o el bien como miembros de la organización y, como tal, somos responsables indirectos o directos de ese resultado".

Los autores del informe aseguran textualmente: "De lo que hemos apreciado en los diferentes escritos diferenciaríamos dos, digamos, tendencias: a) Por un lado, y creemos que entramos la gran mayoría, incluidos nosotros, sería una postura que intenta buscar nuevas fórmulas de actuación más adecuadas a la presente situación. b) Por otro lado, la postura emanada del análisis intervencionista que prevé una supuesta derrota total, y que entendemos apuesta por el abandono de las armas para entrar a formar parte de la política de masas de forma corta y brutal".

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"Dejaremos de lado esta segunda propuesta; para nosotros, tal y como nos dedicamos a la lucha, no ha lugar".

Los redactores del documento reconocen que existe una crisis interna en ETA y que están iniciando una "nueva etapa". "No podemos por menos que acogerla con esperanza y, aun siendo conscientes de la situación grave por la que atravesamos, desde aquí deseamos unirnos en ese esfuerzo común para intentar dar el impulso renovador del que, al parecer, estamos faltos". Igualmente, admiten problemas de cobertura en Francia: "Muchos no están ni siquiera al corriente de por qué hacemos la lucha y se les hace difícil comprender que en la Europa de hoy, democrática, se sigan manteniendo métodos violentos. Así, pues, las personas que nos han brindado su ayuda ha sido únicamente a nivel humanitario". Se quejan de que consumen su clandestinidad en "cumplir tareas como limpiar y cocinar". "Si a esto añadimos la falta de información, el embrutecimiento cerebral podría llegar a ser total".

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